No solo de petróleo quiere vivir Arabia Saudita: así está apostando por la IA

Sin embargo, este particular reino ultra millonario está inmerso en una profunda transformación que busca reducir su dependencia de los hidrocarburos y proyectarse como un actor clave en los sectores tecnológicos y digitales del futuro. En el centro de esa estrategia destaca la inteligencia artificial, un campo en el que el país aspira a convertirse en potencia regional e inversor global.

La iniciativa forma parte de la ambiciosa Visión 2030, el plan con el que el Gobierno saudí pretende diversificar su economía, atraer inversión extranjera y preparar al país para una era pospetróleo. 

La apuesta no es simbólica: según el ministro de Inversiones, Khalid Al Falih, más de la mitad de la economía nacional —un 50,6 %— ya está “desacoplada” del crudo, mientras que el 40 % de los ingresos gubernamentales proceden de sectores no relacionados con la energía fósil.

La inteligencia artificial como motor de diversificación

Arabia Saudita quiere ocupar un lugar central en el desarrollo de la inteligencia artificial, tanto en la creación de infraestructuras como en la aplicación de modelos de lenguaje y automatización industrial.  Al Falih ha asegurado que el reino será un “inversor clave” en la expansión de esta tecnología, con proyectos que incluyen la construcción de centros de datos de última generación y la formación de profesionales especializados.

El gobierno prevé que la IA aporte más de 135.000 millones de dólares a la economía saudí para 2030, según estimaciones de PwC. Esta cifra no solo representa un importante incremento del PIB, sino que consolida el objetivo de situar al país entre los líderes tecnológicos de Oriente Medio

Para lograrlo, Riad está aprovechando su ventaja competitiva en energía: el bajo coste de la electricidad y el acceso a recursos energéticos estables permiten operar grandes infraestructuras digitales con un gasto reducido.

Crecimiento económico más allá del crudo

Las cifras muestran que el cambio de rumbo ya empieza a dar resultados. En 2024, el PIB saudí creció un 1,3 %, impulsado por un aumento del 4,3 % en los sectores no petroleros, mientras que la actividad relacionada con el crudo cayó un 4,5 % interanual. 

Los ingresos totales del Gobierno alcanzaron 565.210 millones de riales saudíes (unos 150.730 millones de dólares) en la primera mitad de 2025, de los cuales el petróleo representó el 53,4 %. Es una proporción aún alta, pero significativamente menor que la de hace una década, cuando la economía dependía casi por completo de las exportaciones energéticas.

El Fondo de Inversión Pública (PIF), el brazo financiero del Estado, desempeña un papel crucial en esta transformación. 

En los últimos años, ha invertido miles de millones en empresas tecnológicas, editoras de videojuegos, clubes deportivos y proyectos turísticos, utilizando los beneficios del petróleo para financiar nuevas fuentes de crecimiento. 
El fondo ya ha superado los 900.000 millones de dólares en activos gestionados y continúa expandiendo su cartera hacia sectores de innovación y entretenimiento.

La caída del precio del petróleo no frena la inversión

A pesar de la bajada del 13,4 % en el precio del crudo Brent en 2025, Arabia Saudita no ha reducido su gasto público ni sus presupuestos estratégicos. Al Falih ha recalcado que el país mantiene su compromiso con los proyectos de diversificación y que las iniciativas vinculadas a tecnología, infraestructuras y educación no sufrirán recortes.

Esta estabilidad financiera se debe, en parte, al crecimiento del PIF, que se ha multiplicado por seis desde su creación. 

El fondo actúa como un amortiguador frente a la volatilidad de los precios del petróleo, permitiendo al Gobierno continuar invirtiendo incluso en periodos de ingresos más bajos. 

Con este modelo, el país busca demostrar que la sostenibilidad económica puede lograrse mediante la reinversión de los beneficios de la energía en sectores emergentes.

Turismo, deportes y cultura digital

Además de la tecnología, Arabia Saudita está impulsando otros pilares de su diversificación económica. El turismo, por ejemplo, ha pasado de representar el 3 % del PIB en 2019 al 5 % en 2024, según datos del Ministerio de Turismo. El ministro Ahmed Al-Khateeb confía en que el sector alcance el 10 % del PIB en 2030 y eventualmente llegue al 20 %.

El país ha lanzado ambiciosos proyectos de infraestructuras turísticas, nuevas aerolíneas y aeropuertos, así como campañas internacionales para atraer visitantes.  El objetivo es mostrar una imagen más abierta y moderna del reino, donde la hospitalidad, el patrimonio cultural y la innovación conviven como parte de una nueva identidad nacional.

Los deportes y el entretenimiento también forman parte de esa estrategia. La adquisición del Newcastle United de la Premier League, la creación de torneos internacionales de golf y el patrocinio de grandes eventos culturales buscan consolidar la influencia saudí en ámbitos globales más allá del petróleo.

La apuesta saudí por la inteligencia artificial representa un cambio de paradigma que va más allá del plano económico. El país busca reconfigurar su papel en el mundo, pasando de ser un exportador de energía a convertirse en un productor de conocimiento y tecnología.