La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) acaba de prohibir mediante resolución (pendiente de su publicación en el BOE) la publicidad sobre los Contratos por Diferencia, conocidos como CFD, productos financieros de alto riesgo que en España contaba con unos 120.000 titulares. Uno de los argumentos de la intervención se debe a que entre el 70% y el 90% de estos inversores sufre pérdidas en la operativa de estos productos

Sin embargo, es evidente que estos instrumentos están lejos de ser productos minoritarios, como lo fueron en su día los fondos inmobiliarios, las participaciones preferentes o los fondos con subyacente filatélico, que tantos quebraderos de cabeza causaron.

Estos instrumentos son similares a los warrants a nivel de riesgo: el inversor coloca una prima en una apuesta de mercado y si no se cumple, pierde todo el dinero. Si la acierta, la revalorización es exponencial. Evidentemente, sin productos especulativos, aunque pueden cumplir la función de cobertura si se utilizan bien.

Mientras la CNMV hila tan fino, España es el único mercado que no ha recuperado las cotas bursátiles pre covid. Hablar de máximos históricos es casi ciencia ficción. El regulador ha sancionado a periodistas por operaciones de 15.000 euros, pero mientras tanto, la contratación en Bolsa está en picado. En 2015, el mercado de valores contrató por un importe total de 962.000 millones de euros. En 2022, por 362.000. Este ejercicio será aún peor que el pasado.

No hay prevista ninguna gran colocación y sólo acuden al mercado compañías start up o de pequeño tamaño. Para ello, han nacido mercados de compañías en crecimiento, como BME Scale o Portfolio. En ambos casos, se trata de plataformas para listar empresas sin necesidades de liquidez. Una muy buena alternativa, pero hace años que se esperan salidas como la de Cepsa, Telepizza, o la filial energética de Repsol. Ferrovial se ha ido y otras como Acerinox o Acciona reconocen tener estudiada la opción de salida, aunque no la ejecuten.

Tampoco se han escuchado voces contra la eliminación de facto de los planes de pensiones privados, que tan buenos aliados de la Bolsa han sido siempre, al tratarse de dinero de largo plazo.

Las gestoras de fondos y pensiones se quejan del excesivo celo (en su opinión) del regulador, con continuas llamadas para que reduzcan posiciones en valores poco líquidos… con lo cual, perpetúan la falta de liquidez del mercado.

En definitiva, tanto la industria financiera como el usuario tienen la sensación de que existe una supervisión y regulación totalmente restrictiva, que se traduce en un mercado de valores famélico y pocas opciones atractivas para colocar el dinero procedente de los depósitos bancarios.

Los CFD´s los comercializan brokers sujetos a supervisión nacional y son actores muy intensos, no sólo en el mercado, sino también como formadores de nuevos inversores.

Mientras tanto seguirán entrando los brokers piratas que a través de las redes sociales están llegando a los jóvenes incitándoles a invertir en plataformas domiciliadas en Chipre y que se saltarán esta prohibición.