
Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado un clima de incertidumbre que amenaza con frenar esta tendencia positiva.
Los empleos en energías renovables no solo representan una oportunidad para reducir emisiones y combatir el cambio climático, sino que también son un pilar económico para muchas comunidades.
La pregunta que se plantean analistas y expertos es si las políticas del nuevo gobierno podrán revertir los avances logrados y poner en peligro un sector que en 2024 cerró con cifras históricas de contratación.
La creación de puestos bajo amenaza
De acuerdo con el último informe de la organización Environmental Entrepreneurs (E2), en 2024 se añadieron casi 100.000 nuevos puestos de trabajo en energías limpias, elevando el total a 3,56 millones en todo el país.
Más del 80% de los empleos en energía creados ese año correspondieron a sectores de energía alternativa, una cifra que refleja la fuerza de la transición energética.
No obstante, E2 advierte que los recientes cambios legislativos y las decisiones del Congreso, en línea con la agenda de Donald Trump, ya han provocado pérdidas significativas.
Esta tendencia amenaza con intensificarse en los próximos meses si se consolidan los recortes a incentivos y programas de apoyo. Según Bob Keefe, director ejecutivo de E2, “el crecimiento del empleo en energía limpia está en grave riesgo, y con él, nuestra economía en general”.
Los recortes y su impacto económico
Uno de los golpes más duros ha sido la cancelación de proyectos en energía solar y eólica valorados en casi 19.000 millones de dólares, según la consultora Atlas Public Policy. Esta cifra refleja el efecto inmediato de retirar subsidios y apoyo regulatorio a las empresas del sector.
Desde que se implementaron estas medidas, proyectos equivalentes a 18.600 millones de dólares han sido suspendidos o cancelados, lo que afecta tanto a las compañías involucradas como a miles de trabajadores.
Los empleos en energías renovables se ven directamente perjudicados, ya que cada instalación cancelada implica una pérdida de oportunidades laborales en construcción, mantenimiento, ingeniería y servicios asociados. Además, las quiebras de pequeñas y medianas empresas que dependían de contratos públicos han aumentado, generando un efecto en cadena en comunidades enteras que habían apostado por la transición energética como motor de desarrollo.
Comparación con la administración anterior
Durante la administración Biden, el sector había alcanzado un ritmo de crecimiento sostenido gracias a políticas de incentivo y a programas de inversión en infraestructuras verdes. El mercado laboral vinculado a la energía limpia creció a un ritmo más rápido que el de la energía convencional. Ahora, el viraje político ha frenado ese impulso, provocando una desaceleración que preocupa a economistas y expertos en clima.
Los empleos en energías renovables no solo ofrecían estabilidad, sino también salarios competitivos en regiones donde otras industrias tradicionales habían perdido dinamismo.
De hecho, un estudio del Departamento de Energía de EEUU reveló que, en algunos estados, los salarios medios en el sector renovable superaban a los de los combustibles fósiles.
Consecuencias en los mercados financieros
El impacto de las políticas de Trump también se ha reflejado en la cotización de empresas relacionadas con la energía limpia. Las acciones de compañías solares y eólicas han experimentado caídas significativas debido a la incertidumbre regulatoria.
La percepción de riesgo por parte de los inversores aumenta cuando se observa una retirada de apoyo gubernamental, lo que encarece el acceso al crédito y limita la capacidad de expansión de estas industrias.
Los empleos en energías renovables se convierten así en víctimas colaterales de un escenario financiero adverso. La falta de confianza se traduce en menos inversión y en la ralentización de proyectos que podrían haber generado miles de contrataciones adicionales.
El futuro de millones de trabajadores dependerá de las decisiones que se adopten en los próximos años.

