
La medida, según documentos consultados por Reuters, busca reforzar el compromiso de la Unión Europea con su estrategia de independencia energética tras la invasión de Ucrania en 2022.
La Comisión Europea había propuesto eliminar progresivamente el gas de origen ruso para principios de 2028. Sin embargo, varios eurodiputados han elevado el tono, planteando recortar los plazos y endurecer las condiciones de la futura normativa energética comunitaria.
Una ofensiva legislativa desde el Parlamento
Inese Vaidere, del Partido Popular Europeo, y Ville Niinisto, del grupo de los Verdes, encabezan la iniciativa que reclama acelerar el calendario para cesar totalmente las compras de gas a Rusia. Entre las enmiendas presentadas se incluye también la posibilidad de imponer sanciones a empresas que incumplan las restricciones, incluyendo la retirada de licencias para operar en el mercado energético europeo.
Además del gas, algunos grupos políticos plantean ampliar el veto al petróleo ruso a partir de esa misma fecha, aunque esta opción aún no figura en la propuesta oficial de la Comisión. Los impulsores consideran que el contexto actual exige medidas más firmes y rápidas.
Reticencias de algunos gobiernos
Mientras tanto, los Estados miembros se muestran divididos. Países como Hungría o Eslovaquia, que aún reciben gas ruso a través de gasoductos, han expresado su rechazo a un calendario más agresivo.
Aun así, diplomáticos comunitarios señalan que estas posiciones no serían suficientes para bloquear el plan, ya que la medida se aprobaría por mayoría cualificada.
Se espera que el Parlamento vote su postura definitiva este otoño. Será entonces cuando comiencen las negociaciones con los gobiernos nacionales. Desde Bruselas, se considera que este debate puede marcar un punto de inflexión en la política energética europea.
Caída progresiva de la dependencia
La evolución del suministro en los últimos dos años refuerza la viabilidad del plan. En 2021, alrededor del 45% del gas consumido en la UE procedía de Rusia. En 2023, esa cifra se redujo al 19%, y para 2025 se estima que caerá al 13%, gracias a rutas alternativas como el gasoducto TurkStream y las importaciones de GNL desde otros países.
La propuesta actual de la Comisión contempla el inicio de la retirada progresiva a partir de 2026, limitando especialmente los contratos de corta duración. Sin embargo, con el impulso parlamentario, esta hoja de ruta podría recortarse aún más.
Un giro estratégico en la política energética europea
La presión por avanzar más rápido en la desconexión energética no responde solo a razones económicas, sino también geopolíticas. Tras décadas de dependencia de Moscú, la UE busca mostrar determinación y cohesión en su respuesta a la guerra en Ucrania. El control del suministro de energía se ha convertido en un eje estratégico clave en la relación con Rusia.
Según algunos eurodiputados, endurecer el calendario también enviaría una señal clara a otros países proveedores: Europa está dispuesta a asumir transformaciones profundas para garantizar su autonomía energética a largo plazo.
Expectativa ante la votación parlamentaria
El voto previsto para otoño en el Parlamento será decisivo. No solo marcará la posición de los legisladores frente al gas ruso, sino que también fijará el tono para las futuras negociaciones con los Estados miembros. Aunque las divisiones existen, el clima político parece favorable a una postura más firme.
La evolución del conflicto en Ucrania, la situación de los precios energéticos y la capacidad de la UE para diversificar sus fuentes determinarán si esta apuesta por acelerar el fin de la relación energética con Moscú se convierte en política oficial. Por ahora, Bruselas debate no solo cuándo cortar el suministro, sino también cómo hacerlo de forma coordinada y efectiva.

