Inversores en alerta: la expansión de la IA se está financiando en gran medida mediante deuda

El despliegue masivo de infraestructuras para sostener la IA, especialmente los centros de datos, se está financiando en gran medida mediante deuda que, directa o indirectamente, termina conectada a los ahorros de millones de ciudadanos. 

Lo que parecía una revolución tecnológica aislada del mundo de las pensiones y los seguros está revelando una interdependencia inesperada.

El volumen de inversión necesario para sostener la próxima década de crecimiento digital es enorme. De acuerdo con varias consultoras estratégicas, el desarrollo global de centros de datos podría requerir varios billones de dólares hasta 2030. 

Lo significativo es que buena parte de ese capital procede de emisiones de bonos adquiridas por fondos de renta fija, aseguradoras y vehículos vinculados al ahorro a largo plazo. La transformación tecnológica ha dejado de ser un asunto exclusivo del capital riesgo; ahora forma parte del núcleo del sistema crediticio.

Un mercado de bonos que cambia con la IA

La tensión reciente en los mercados refleja el cambio de percepción sobre los llamados hiperescaladores. Empresas como Alphabet, Microsoft, Amazon o Meta, consideradas durante años como inversiones casi impecables, han visto cómo el diferencial de sus bonos frente a la deuda pública se ampliaba de forma notable. 

Los inversores observan con mayor precaución el ritmo de gasto en nuevas infraestructuras y el impacto que eso tiene en los balances corporativos.

El caso de Oracle se ha convertido en un ejemplo destacado. La compañía, que ya acumula un volumen de deuda significativo, ha sufrido un aumento en la prima de riesgo asociada a sus bonos. Su calificación crediticia, situada en la franja baja del grado de inversión, muestra la presión derivada de una estrategia orientada a expandir rápidamente su capacidad tecnológica en un momento de fuerte competencia. 

Su endeudamiento, que supera con amplitud su ebitda anual, es una señal del peso que está adquiriendo el apalancamiento en la carrera por la infraestructura.

La paradoja de la deuda segura

Aunque muchas de estas emisiones están asociadas a compañías con solvencia demostrada, los analistas insisten en que la naturaleza del riesgo ha cambiado. Comprar bonos emitidos para financiar el despliegue de IA no implica necesariamente dudar de la estabilidad de las grandes tecnológicas, pero sí supone apostar por un ecosistema cuyo ritmo de transformación es mucho más acelerado que hace apenas unos años.

Hace no tanto tiempo, los ingresos de algunas de estas corporaciones crecían a ritmos más moderados y sus necesidades de inversión eran relativamente estables. 

Sin embargo, el repunte de actividad desde 2023 ha cambiado el escenario. Meta, que en 2022 vivía uno de sus periodos más débiles, ha pasado a registrar crecimientos superiores al veinte por ciento anual, impulsada por un aumento extraordinario en sus activos fijos y en el uso de financiación externa. 

Ese salto obliga a reconsiderar la previsibilidad del sector desde la óptica del inversor a largo plazo.

La financiación tecnológica se cuela en el corazón del crédito

Uno de los cambios más profundos es la migración del riesgo tecnológico hacia espacios tradicionalmente reservados a inversiones conservadoras. El mercado de deuda con grado de inversión se consideraba históricamente un destino estable, muy alejado de los sobresaltos propios de las nuevas tecnologías

Sin embargo, el volumen necesario para sostener la expansión de centros de datos ha empujado a las empresas a acudir a esta vía con mayor frecuencia.

Los grupos de capital privado también están desempeñando un papel relevante. Con su creciente presencia en el sector asegurador, han empezado a estructurar productos de crédito privado con cascadas de flujo de efectivo complejas que buscan financiar proyectos tecnológicos. 

Estas estructuras, que pueden terminar obteniendo calificaciones elevadas, acaban en carteras de aseguradoras y fondos de pensiones que normalmente se exponían a proyectos de riesgo reducido.

Un matrimonio entre deuda barata y ambición tecnológica

Desde la perspectiva de los directivos de las grandes plataformas digitales, el razonamiento es lógico. El entorno de tipos, aunque más restrictivo que hace algunos años, sigue permitiendo acceder a financiación con un coste relativamente manejable. Los planes de expansión en IA requieren un volumen de inversión sostenido y, para las compañías mejor valoradas, emitir deuda sigue siendo una estrategia eficiente.

Además, el mercado está viviendo una demanda estructural de activos de renta fija por parte de aseguradoras y sistemas de pensiones, lo que genera apetito para este tipo de instrumentos. La coincidencia entre necesidad tecnológica y búsqueda de rendimiento estable ha creado un momento que, para muchos participantes, resulta provechoso.