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Nosotros no somos los únicos que utilizamos estas tres categorías. Muchas gestoras de inversiones y de servicios financieros también lo hacen y, de hecho, los términos desarrollado y emergente los utilizan y definen organismos económicos supranacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico o el Fondo Monetario Internacional. Aun así, en ese contexto su uso difiere del que se les da generalmente en el sector de la inversión porque la mayoría de las gestoras, incluida Fisher Investments España, los utilizan según lo que establecen proveedores de índices como MSCI, FTSE o Standard and Poor's. Estos agrupan los países en etapas similares de desarrollo y por su accesibilidad para el inversor internacional, promocionándolos y degradándolos en función de su evolución.

Ilustración 1: Mapa mundial de los mercados desarrollados, emergentes y frontera

Mapa mundial de los mercados desarrollados

Fuente: FactSet, a 27/2/2019. Desarrollado, emergente y frontera según definición del proveedor de índices MSCI.

Seguro que ha reparado en que muchos estados no están clasificados. No significa que carezcan de mercados bursátiles –si bien algunos no tienen‒, sino que el «ponderador» del índice no ha considerado que despierten el interés suficiente como para crear un índice, o bien porque los mercados son inaccesibles para los inversores globales. En todo caso, en la medida que se va perfeccionando el acceso concitan más atención, de lo que toman nota los principales proveedores de índices.

En cuanto a las categorías, creemos que son algo imprecisas, a pesar de que presentan algunas generalidades que podemos explicar mediante ejemplos. Para empezar, los países desarrollados suelen tener democracias fuertes y ordenamientos jurídicos bien asentados que refuerzan el estado de derecho ‒en oposición a las dictaduras o gobiernos autoritarios‒; por lo general, son las naciones con mayores ingresos per cápita o más ricas y que, como es habitual en los países capitalistas, protegen la propiedad privada. No pretendemos insinuar que la política no suponga un riesgo en los mercados financieros desarrollados, pero normalmente cuentan con más organismos de control y contrapoderes que contribuyen a mitigarlos.

Como puede ver en el mapa, MSCI define a Estados Unidos, Canadá, Japón, muchos países de Europa occidental, Australia y Nueva Zelanda como desarrollados. Son, por lo general, mercados abiertos sin demasiadas restricciones a la libre circulación del capital ni normas que limiten la inversión o el reembolso de los fondos. A nuestro juicio, este aspecto es clave a la hora de definir estos términos desde un punto de vista inversor, ya que condiciona en buena medida la libertad para comprar o vender valores en el país.

La mayoría de los proveedores de índices a los que seguimos definen los mercados emergentes como aquellos que reconocen, en general, menos derechos de propiedad y cuyo régimen político está menos consolidado que en los países desarrollados; suelen caracterizarse por unos ingresos per cápita menores y por estar más cerrados a la inversión exterior, además de que la circulación del capital presenta ciertas limitaciones, como también ocurre con el comercio. China sería un buen ejemplo de emergente, ya que, a pesar de las reformas y la significativa apertura de sus mercados de los últimos años, todavía mantiene ciertas restricciones sobre el capital y los derechos relacionados con la propiedad privada. Además,

Aunque les reste atractivo, cuando se corrigen estos factores es posible conseguir pingües ganancias a partir de un crecimiento económico acelerado, exponiéndose las empresas que operan en ellos a que sus ventas y beneficios puedan repuntar de golpe.

Los mercados frontera son normalmente países pobres que apenas ofrecen derechos de propiedad ni disponen de instituciones políticas sólidas; muchos arrastran infraestructuras deficientes, divisas inestables y la falta de bancos centrales y ordenamientos jurídicos independientes; los países frontera suelen necesitar reformas políticas y económicas de largo alcance. Un ejemplo de este grupo es Nigeria, la mayor potencia petrolera de África1, inmersa en un clima de inestabilidad política en el que destaca la lucha que libra actualmente contra el grupo terrorista Boko Haram. Además, su sector energético mantiene cierta dependencia del conocimiento en extracción del petróleo de las compañías occidentales. Por último, su democracia aún es joven y las elecciones, como las celebradas en febrero de 2019, a menudo son objeto de acusaciones de corrupción, fraude y violencia2. Como ocurre en los emergentes, muchos valoran que invertir en estos países supone una gran oportunidad de revalorización en recompensa por el elevado riesgo político.

Con el tiempo, MSCI y otros proveedores de índices revisan las categorías en función de la aprobación de leyes u otras cuestiones. Tras consultar a los agentes del mercado, pueden variar la clasificación de un país porque consideren que existe una mayor apertura a las inversiones o por un deterioro de la coyuntura. Por ejemplo, en 2013 MSCI rebajó la calificación de Grecia de mercado desarrollado a mercado emergente debido a la ausencia de préstamos de valores, a las normas que restringían las ventas en corto ‒estrategia utilizada para beneficiarse de la bajada de la cotización de las acciones‒ y a la disminución del tamaño del mercado, debido a la profunda crisis económica en el país3.

Si bien es cierto que los mercados emergentes y frontera pueden ofrecer plusvalías extraordinarias, no hay ninguna garantía de ello. Incluso cuando la economía mundial y la renta variable atraviesa periodos de bonanza, como pasó entre 2011 y 2016, suelen ser los mercados desarrollados los que toman la delantera4. Por otra parte, en el mismo grupo los países se diferencian en aspectos importantes. Por ejemplo, Brasil, rico en materias primas, no tiene mucho que ver con el muy tecnologizado Taiwán, por más que ambos sean emergentes. Por ello dudamos de que haya que asumir que todos los países de la misma categoría responderán a las mismas variables simultáneamente, aunque sí confiamos en que conocer la teoría puede ayudarle a evaluar la idoneidad de un mercado y a comprender los riesgos inherentes a cada grupo, habitualmente relacionados con su grado de apertura político y económico.

No defendemos que invertir globalmente implique necesariamente adquirir acciones de mercados emergentes y frontera. Pueden ser fuente de oportunidades, pero es posible alcanzar un adecuado grado de diversificación solo en mercados desarrollados. Con todo, informarse sobre el rango de categorías disponibles a escala internacional puede ayudarle a tomar mejores decisiones de inversión.

Afirmación basada en la rentabilidad acumulada con dividendos netos de los índices MSCI World, MSCI Emerging Markets y MSCI Frontier Markets, entre el 31/12/2010 y el 31/12/2016.


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