Alphabet cotiza a 1.197 dólares por acción, lejos de sus máximos de 1.289 dólares, pero aún con ello, ha tenido un buen desempeño anual, alcanzando los 830 billones americanos de capitalización bursátil.
Sus fundamentales son muy sólidos, con un margen operativo del 23% y un margen de beneficios del 19,5%; el beneficio por acción se eleva ya a 39,86 dólares por acción, lo que está reduciendo el PER de la compañía hasta un muy destacable 27,5 veces, con una beta de 1,14.
Por todo ello, el precio objetivo de la empresa se sitúa en 1.275 dólares, precio muy próximo a los máximos de la empresa de hace apenas unos meses. Sin embargo, no todo son datos positivos, desde hace años Alphabet se encuentra en el ojo del huracán por parte de las autoridades fiscales respecto a medidas de armonización fiscal, especialmente con el fin de controlar la práctica de «trasladar la tributación de sus ganancias fuera de las jurisdicciones en las que se están generando».
Esto último puede afectar en próximos ejercicios a las cuentas de la empresa y dado su tamaño, el impacto financiero en sus cuentas puede ser considerable.
Y, por último, la disrupción tecnológica que hace que en cualquier momento surja un competidor que cuestione su modo de hacer las cosas, sin embargo, es justo aquí donde la capacidad de adaptación (y por qué no decirlo, poder comprar startups) de la empresa a todo cambio tecnológico ha sido proverbial, liderando en buena medida las disrupciones tecnológicas mundiales.
Creo que Alphabet es una compañía no solo con un liderazgo gerencial extraordinario, una visión disruptora fuera de toda duda y un musculo financiero que permite que pueda acometer cualquier reto.
