En nuestro país, el Ministerio para la Transición Energética y el Reto Demográfico ha publicado una propuesta de revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, de la que pueden desgranarse los objetivos clave que contribuirán a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.

En concreto, los objetivos de dicho Plan aspiran a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 32% respecto a 1990, incrementar el peso de las renovables hasta el 48% sobre el uso final de la energía y lograr que el 81% de la electricidad generada en España sea de origen renovable en 2030.

Otras metas clave son mejorar la eficiencia energética hasta el 44% en términos de energía final y reducir la dependencia energética hasta el 51% en 2030. Claro que, para lograr tales objetivos, es necesario ir allanando el camino y superar algunos escollos burocráticos y geopolíticos.

La lucha contra el cambio climático y el compromiso con la transición energética son dos de los principales retos a los que el Grupo Audax se enfrenta en materia de sostenibilidad. La sociedad está cambiando la forma en la que se produce, se distribuye y se consume energía y, los reguladores están impulsando políticas de neutralidad climática que priorizan el consumo de energías renovables frente a los combustibles fósiles en el camino hacia la descarbonización.

El impulso a las energías renovables

Para acelerar el paso en esa dirección es crucial simplificar los procesos administrativos en toda la cadena de valor del sector energético, alineando las legislaciones de las distintas administraciones y ajustándolas a las políticas de la UE. También se deben acelerar la tramitación y los permisos para las energías renovables o disponer de una red eléctrica robusta y eficiente tanto en transporte como en distribución, porque sólo así la electricidad renovable puede llegar a todos los puntos de consumo que se desee electrificar. Una cosa está clara: sin redes eléctricas no será posible lograr la descarbonización.

Además, hay que incrementar la electrificación de usos finales, como los relacionados con la implementación de la aerotermia y bombas de calor o el fomento del vehículo eléctrico, entre otros; y debe lograrse que la energía renovable producida esté disponible en todo momento, para lo cual, es preciso almacenarla, ya sea con un modelo de bombeo o de baterías.

El papel de la energía fotovoltaica en la transición energética

En este contexto, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) persigue reducir un 23% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990. También define objetivos para aumentar la cuota de energías renovables y de eficiencia energética.

España se esfuerza hoy por alcanzar una doble meta futura: conseguir que el 74% de la energía eléctrica sea generada mediante fuentes de origen renovable en 2030; y llegar al 100% en 2050. En este escenario, hay que destacar la privilegiada posición geoestratégica de nuestro país y la riqueza natural de su territorio. Estas características fortalecen aún más su potencial en energías renovables.

La energía fotovoltaica -la transformación directa de la radiación solar en electricidad-, adquiere así un rol protagonista en la transición energética en España. Promoverla es esencial para llegar a alcanzar los objetivos de la transición ecológica.

En este sentido, y sabiendo que las fuentes renovables constituyen el eje principal de la transición energética, el principal objetivo del Grupo es incrementar los proyectos de generación de energías y dotar a la compañía de una cartera robusta de proyectos.

Es importante destacar que 3 de cada 4 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero se originan en el sistema energético por lo que su propia descarbonización es clave para alcanzar los objetivos europeos y contribuir a un planeta más sostenible y libre de emisiones. Ése es el fundamento de la transición energética, en el que la energía renovable es y será un pilar esencial en la senda hacia la transición verde.