Y es que esta mejora de las previsiones de crecimiento para la zona euro cuenta con cinco sólidos factores que la respaldan. En primer lugar, el descenso de los precios del petróleo, que impacta tanto en las cuentas de los propios países, ya que la zona euro es un importador neto de crudo
, como en el poder adquisitivo de los ciudadanos, que aumentará y podrán destinar una parte del ahorro a consumo. Asimismo, el descenso del euro es otro factor a tener en cuenta, dado que beneficiará a las compañías exportadoras. Por supuesto influye también el recorte de los tipos de interés, ya que abarata el coste de la deuda de todos los agentes económicos.

Y no hay que olvidar tampoco la mejora de las inversiones corporativas, alentada por la mayor rentabilidad de las compañías, y el fin de las políticas de austeridad.

No obstante, esto no quiere decir que no existan elementos que pueden lastrar el escenario de recuperación, como el contexto geopolítico que rodea a Grecia y a Ucrania. En Grecia, la situación es complicada y no tiene una única solución, pero serán unas negociaciones difíciles. No en vano, la salida a la crisis griega tiene que permitir que el primer ministro del país, Alexis Tsipiras, no incumpla sus promesas electorales, pero por otro lado tiene que adaptarse a los requisitos de Europa. Por tanto, debe encontrarse una solución beneficiosa y ventajosa para ambas partes. En lo que respecta al conflicto entre Ucrania-Rusia, la situación es aún más complicada y difícil de resolver si cabe porque todas las partes implicadas tienen intereses en juego.

En cualquier caso, lo más importante de cara a la recuperación es la evolución macroeconómica y esta invita al optimismo. De hecho, los mercados confían en que la mejora de las perspectivas pueda conducir, por primera vez desde 2010, a un crecimiento de los resultados de las compañías de la zona euro, que podría ser incluso de dos cifras. De materializarse esta tendencia, permitiría a las empresas recuperar parte del tiempo perdido frente al resto de Europa y a Estados Unidos durante estos últimos años. Si bien es cierto que la fortaleza del dólar o la debilidad del euro, depende de cómo quiera verse, han debilitado las perspectivas del mercado europeo frente al estadounidense, aunque pensamos que la depreciación de la moneda única o la fortaleza del dólar ha llegado a su final, ya que ni las perspectivas de crecimiento, ni las políticas monetarias justifican una mayor caída del euro.