La fuerte caída de los precios del petróleo desde mediados de 2014 ha estremecido los pilares de la economía mundial. Hasta hace unos años entender el sector era bastante sencillo; la OPEP controlaba los precios elevando y recortando cuotas y, además, había que tener muy en cuenta los ciclos económicos. En etapas de expansión aumentaba la demanda y los precios y en recesión, solían caer. Pura lógica. La OPEP estaba ahí como un agente externo que modificaba la dinámica interna de los mercados en su beneficio.

Las nuevas tecnologías, el auge de las renovables y la aparición de agentes externos al cártel han venido a ponerlo todo patas arriba. Y en gran medida el culpable  es Estados Unidos que gracias al fracking, al shale y a otras técnicas está sacando (literalmente) petróleo y gas de entre las piedras.
 
Lo que está ocurriendo ahora el petróleo no responde solo a las fuerzas intrínsecas del mercado. La caída de los precios es consecuencia básicamente de una encarnizada lucha entre los productores de la OPEP, que se niegan a perder cuota de mercado, y las nuevas fuerzas emergentes, básicamente los productores no convencionales, que quieren comer su trozo de tarta.
 
Mientras en este lado del mercado se produce esta lucha, del otro se escuchan nuevos tambores de guerra; los que van a poner contra las cuerdas a los productores de petróleo, gas y electricidad a golpe de la propia naturaleza y a través de las energías limpias.
 
Según los últimos datos de la Agencia Estatal de Energía de Estados Unidos, en estos momentos casi un 40% de la electricidad de este país se genera a través de Carbón, Gas natural y centrales nucleares.  Las energías renovables aportan apenas un 13%, pero los compromisos de Estados Unidos  en la firma de la última reunión de París quieren cambiar este equilibrio de fuerzas.
 
fuentes de generación eléctrica en eeuu

El presidente de Estados Unidos, Barak Obama, pretende que para el año 2030 el 30% de toda la producción de su país provenga de las renovables, lo que implicaría duplicar la producción actual en menos de 15 años. Algunos expertos dudan que eso sea posible debido a que el reducido precio del barril de petróleo desincentiva la inversión en este tipo de tecnologías, pero otros aseguran que estamos ante un camino inexorable y que su final está pintado de verde.
 
Como explica la última encuesta que ha hecho Fidelity entre sus clientes, “a las empresas no les resulta fácil lidiar con estas turbulencias. Para ello, necesitan una sólida gestión de los flujos de caja y unos balances robustos, con suficientes  reservas acumuladas durante los años de abundancia. Únicamente las empresas más diversificadas e integradas verticalmente. Sus negocios en los eslabones finales de la cadena, como el refino, se benefician de la caída de los costes de producción y actúan como una cobertura contra el abaratamiento del crudo”. En el sector petrolero estaríamos hablando de empresas como Exxon Mobil o Chevron.
 
Sin embargo explican estos expertos que “en otras partes del sector energético el apalancamiento es elevado y los balances son endebles, lo que significa que estas empresas presentan un riesgo muy elevado. Los problemas de Chesapeake Energy, una petrolera y también el segundo mayor productor de gas estadounidense, ilustran cómo estas empresas luchan contra unos niveles de deuda elevados que parecen cada vez más difíciles de soportar cuanto más tiempo sigan en niveles bajos los precios del petróleo y el gas”.
 
Los expertos explican que a 35 dólares el barril casi todas las empresas que se dedican a la extracción de shale tiene un cash flow negativo y lo único que está haciendo ahora es cerrar pozos y quemar efectivo.
 
Si cogemos los más de 40 miembros  que tiene en la actualidad este índice, el S&P 500 Energy, lo cierto es que en estos momentos solo hay cuatro compañías que tengan recomendación de compra y potencial de revalorización.
 
Hablamos de Marathon Petroleum, Newfield Exploration Company, Pioneer Natural Resources y Valero Energy Corporation.
 
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