Si busca opciones para intentar sacarle partido al mercado en 2009 no pierda de vista esta alternativa, la de la deuda corporativa. Una inversión que “comienza a cobrar fuerza”, constata Javier Velasco, gestor de carteras de fondos de Inversis Banco, pese a señalar que “debemos comenzar el año de forma conservadora”. Es decir, “le daríamos un peso nunca superior al 5 por ciento en nuestra cartera y, a partir de ahí, iríamos aumentando el porcentaje”, asegura. Se trata de un activo “denostado” en este complicado 2008, en el que el miedo ha dominado muchas decisiones de inversión y en el que pocos emisiores se han atrevido a salir al mercado, caso de Telefónica o Iberdrola. La crisis ha secado el mercado de deuda corporativa en 2008 pero... éste podría reabrirse en 2009, así que los analistas aconsejan
estar muy despierto y vigilar muy de cerca las oportunidades que ofrece.

Deuda corporativa


Al igual que los Estados, las empresas que necesitan financiación también pueden emitir títulos de deuda que funcionan de igual modo que los públicos: el emisor se compromete a devolver a los compradores en un determinado plazo el capital inicial invertido, más una tasa de interés, que será nuestra ganancia. Pero la deuda corporativa también se negocia, en el caso español a través de AIAF (Ver Cuadro). Y es en este mercado de deuda corporativa donde los expertos, en medio de lo que el propio Warren Buffet ha dado en llamar “auténtico Pearl Harbour financiero”, encuentran ahora las mayores oportunidades –los diferenciales entre los bonos gubernamentales y los corporativos son altísimos-. Un mercado de renta fija que, junto con el desplome del de renta variable, “es el que realmente ha colapsado todo”, a juicio de José Lizán, analista de Nordkapp. De hecho, recordemos que antes de golpearnos de lleno con el iceberg vimos emerger su punta en las malas prácticas de titulizaciones en EE.UU, porque la crisis actual comenzamos llamándola subprime. Dicho esto, Lizán considera que “alguien que sea especialista en renta fija corporativa y que tenga capacidad de aguante en sus valoraciones va a ganar mucho dinero en el contexto actual”. En la misma línea, Ignacio Victoriano, de Renta 4, constata que el mercado de deuda corporativa “está muy tensionado” y dado que “hay una necesidad de liquidez total se pueden encontrar muy buenas oportunidades con buenos emisores porque las cotizaciones son completamente irracionales”. 




Spreads irracionales

Una irracionalidad en las cotizaciones de muchos activos de renta fija privada que tiene que ver con que la deuda corporativa “está cotizando por prima de liquidez, no por prima de quiebra”, asegura José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Es decir, “si compras un activo y antes del vencimiento tienes que deshacer la posición no encuentras comprador y por eso tienes que tirar el precio a la baja”. Y pone un ejemplo de esta ausencia de racionalidad: “en España hay bonos a 3 años al 3,5-4 por ciento y bonos emitidos por bancos con aval público del ICO cotizando por ejemplo al 6 por ciento, sin que los inversores quieran ver que el riesgo del emisor es el mismo”, “¿cómo puede haber un spread entre estos dos activos de 300 puntos básicos?”, se pregunta. El recelo llega incluso a algunos de los escasos emisores privados Triple A del mundo –en este selecto grupo están compañías como Exxon Mobil, Johnson & Johnson, Pfizer, Toyota o General Electric- por idéntico motivo: en momentos de exageración como los que vivimos no se discierne dónde hay riesgo o no.

A la hora de tomar posiciones en renta fija corporativa los expertos lo tienen claro: no hace falta irse hacia emisiones arriesgadas para conseguir buenas rentabilidades, de manera que las preferencias se sitúan sobre todo en el sector eléctrico y de telecomunicaciones. Miguel Llorente, analista de Capital at Work, cita en concreto emisiones de compañías como Unión FENOSA o BBVA que ofrecen TIRes (tasa interna de rentabilidad) en el entorno del 5 por ciento o de la francesa Vinci, que ofrece más o menos esas tasas “con una gran seguridad porque es la mayor concesionaria a nivel mundial y tiene unos proyectos que le dan una caja impresionante”. Además, los analistas coinciden en señalar que veremos un incremento de nuevas emisiones cuando el mercado se tranquilice por la mayor dificultad que van a tener las empresas a la hora de financiarse vía bancos y por los fuertes vencimientos que tienen por delante. Y este aumento beneficiará al inversor, que podría exigir mayores primas y, por tanto, mayores rentabilidades. Entretanto y a la espera de que esto ocurra y de que se nos presenten muchas más alternativas, Rafael Romero, director de inversiones de Unicorp Patrimonio, es tajante a la hora de asegurar que la mejor oportunidad está ahora en los bonos de cajas de ahorros españolas –para inversores con alto patrimonio y alto grado de conocimiento porque normalmente son bonos que tienen como nominal de título 100.000 euros-. Y la razón es muy clara: “ofrecen unas rentabilidades muy por encima del Euribor, niveles espectaculares que hacen pensar que los inversores extranjeros están valorando la posibilidad de una quiebra” –el único caso en el que el bonista dejaría de cobrar parcialmente mientras que el accionista se colocaría por detrás-. Esto ocurre –señala Romero-sobre todo con Bancaja y CAM porque son las que más deuda han emitido y se teme que tengan dificultades en la renovación de esa financiación. Se cotiza esa posibilidad y también la de una suspensión de pagos pero Romero descarta que lo veamos y ofrece argumentos para defenderlo. Por un lado recuerda que “si se plantea la posibilidad futura de quiebra de un banco o caja el gobierno ya ha señalado claramente su predisposición a que eso no ocurra”, en línea con lo que estamos viendo en Europa. Por otro, que el ejecutivo español ha dicho que permitirá el aval de emisiones de bancos, “con lo cual cualquier caja que necesitara financiación podría emitir deuda con el aval del estado”. De hecho, señala que ya “ha salido papel de la entidad germana KfW con el respaldo del estado alemán con garantía triple A”. En definitiva, “los bancos van a poder refinanciar sus vencimientos y eso significa que van a poder pagar a los bonistas, con lo que comprar activos que vencen en 2,3 o 4 años a 4,5 o 7 puntos por encima de los bonos gubernamentales me parece una buena opción”, concluye. Sobre todo si se tiene en cuenta que “se pueden encontrar bonos emitidos por los mismos bancos en los que los ahorradores tienen sus depósitos a una rentabilidad más alta”.

Pero opiniones hay para todos los gustos, de manera que José Lizán, de Nordkapp, es partidario de no complicarse y “diversificar el dinero en depósitos de diferentes entidades ahora que están garantizadas cantidades en nuestro país hasta los 100.000 euros”. Todo depende del perfil de riesgo de cada cual. Para aquellos más atrevidos está la posibilidad incluso de apostar por los bonos high yield ya que, según Josh Rank, gestor del fondo Aviva Investor High Yield, “no es necesario encontrar el mínimo absoluto del mercado para invertir en esta clase de bonos”, que ofrecen rentabilidades superiores al 17 por ciento. Para Rank, “existen oportunidades atractivas en la parte alta del espectro de calificaciones”, entre las empresas consideradas BB y BB. Sin necesidad de recurrir a este tipo de activos, José Carlos Díez tiene claro que “compraría deuda corporativa personalmente con un liquidador y a vencimiento”. Se decanta por esta opción y no por hacerlo a través de un fondo de inversión porque “el problema de estar en un fondo de deuda corporativa es que si tú entras y el resto de partícipes saca el dinero, el gestor se ve obligado a vender a pérdida y tú pierdes”. Pero invertir en deuda a través de fondos tiene otras ventajas.

Fondos de bonos

Ventajas que Víctor Alvargonzález, director de Profim (asesoría financiera independiente), resume con tres palabras: fiscalidad, diversificación y rentabilidad. Considera que invertir a través de fondos de deuda permite mayor rentabilidad porque al frente de los mismos está un gestor profesional cuyo trabajo será “mejorar el rendimiento eligiendo no sólo los países y la empresas de alta calidad, sino también variables como las distintas divisas”. Es decir, el gestor “siempre podrá jugar con más palos de los que pueda hacerlo un inversor privado”. Muy ligada a esta ventaja está la diversificación que permiten los fondos de inversión y que como ahorrador de a pie nos es difícil de conseguir. En palabras de Juan Hernando, analista de fondos de Inversis Banco, “con un fondo inviertes en al menos 30 o 40 emisiones y estás más protegido de la posibilidad de una quiebra”, mientras que diversificar por uno mismo requiere de un elevado patrimonio. Y la tercera ventaja sería la fiscal. Para empezar –recuerda Alvargonzález- refugiarse en un fondo de deuda desde otro por la situación actual no cuenta con peaje fiscal –no se tributa la pasar de fondo en fondo- y además, “los fondos te permiten compensar pérdidas con instrumentos financieros similares” (al considerarse ganancias o pérdidas patrimoniales). Es decir, “podemos compensar minusvalías que tengamos, por ejemplo, con renta variable con las plusvalías de nuestro fondo de renta fija pero no con plusvalías que tengamos por invertir en deuda” (ésta última se considera rendimiento del capital mobiliario). Tanto las ganancias obtenidas por invertir con fondos como las logradas con Letras1o Bonos tributan al 18 por ciento en nuestro país, pero esas ganancias en el caso de los primeros están sometidas a retención (también del 18 por ciento), al igual que los intereses que reparten Bonos y Obligaciones –cupones-. Lo que no está sometido a retención –y esto es una ventaja de los Bonos y Obligaciones- son las plusvalías que se puedan generar por la diferencia entre el precio de compra y de venta de los mismos.

Y a estas tres ventajas Juan Hernando, gestor de fondos de Inversis Banco, añade otra de comodidad: la de “evitar al inversor particular ponerse a seleccionar y analizar países y compañías”, además de constatar que “a la hora de deshacer la posición es bastante más sencillo a través de un fondo”. A través de fondos o no. Lo cierto es que oportunidades hay en el mercado de deuda corporativa. El traba es la liquidez –la misma que la del resto de mercados ahora mismo- porque tal y como señala desde Intermoney José Carlos Díez, “el problema de esta crisis no es que los inversores no quieran beber las aguas turbias del Ganges, es que no quieren beber el agua cristalina que fluye desde el Himalaya”. 

1el rendimiento se obtiene por diferencia entre el precio de compra y el que se recibe al vencer o llegar al vencimiento, ya que son valores emitidos al descuento