Se trata de unas concesiones que suman una red de unos 4.000 kilómetros valoradas en unos 120 millones de euros. La deuda asociada a los proyectos de alta tensión ascendía a 1.100 millones de euros hasta octubre de 2016. Fuentes próximas manifiestan que Isolux ha recibido hasta ocho ofertas por estas líneas, entre las cuales se encuentra la compañía eléctrica Iberdrola, la única propuesta española.

Isolux rompió a finales del 2016 las negociaciones que mantenía con el Fondo Brookfield, por lo que a comienzos de esos años en función de la inversión realizada y la facturación asociada a las concesiones, la valoración interna de este negocio superaba los 2.100 millones de reales brasileños. Aunque el proyecto más relevante es la concesión de 1,91 kilómetros de líneas en el Amazonas para unir las ciudades de Manuas y Macapá.

Iberdrola sabe a lo que se enfrenta, ya que Brasil ha sido siempre uno de sus focos estratégicos en los últimos años. De hecho en 2011 dio su mayor salto al comprar Elektro en una operación en efectivo de 1.700 millones de euros. Además de que esta compañía eléctrica cuenta ya con una capacidad de generación instalada de 1.250 megavatios, de los que la mayor parte (770 megavatios) son hidráulicas.

Brasil junto a Argentina era el lugar de trabajo de Isolux fuera de España, pero la crisis económica de estos países azotó a sus intereses, por lo que la constructora española tuvo que renunciar a varios contratos de obra civil relacionados con carreteras y el metro en Sao Paulo. Hasta 2015, la cartera de producción en Brasil superaba los 700 millones de euros, una cifra que sin duda se ha reducido tras los ajustes llevados a cabo. Así que con los ingresos que obtenga por la venta de las líneas de alta tensión, Isolux quiere ayudar a su filial brasileña a recuperar el ritmo de contratación perdido y evitar así la quiebra.