
Cuando el calor aprieta y el cuerpo no logra regular su temperatura interna, el riesgo de sufrir un golpe de calor se dispara. Esta condición, que ocurre cuando la temperatura corporal supera los 40 °C, puede aparecer en situaciones de exposición prolongada al sol, en ambientes muy calurosos y húmedos, o tras realizar esfuerzos físicos intensos sin la debida hidratación.
Se trata de una emergencia médica. Si no se trata a tiempo, puede generar daños cerebrales, fallos multiorgánicos y, en casos extremos, provocar la muerte. Por eso, tanto la prevención como la detección precoz son esenciales.
Señales de alarma: ¿cómo saber si alguien sufre un golpe de calor?
Los síntomas más frecuentes suelen aparecer de manera repentina, y es clave estar atentos a las siguientes señales:
- Temperatura corporal elevada (mayor a 40 °C).
- Piel seca, caliente y enrojecida.
- Pulso acelerado y fuerte.
- Dolor de cabeza intenso.
- Mareos, náuseas, vómitos.
- Confusión, desorientación o pérdida de conocimiento.
- Frecuencia respiratoria aumentada.
En estos casos, el cuerpo no puede disipar el calor acumulado, lo que agrava el cuadro clínico en pocos minutos.
¿Qué hacer ante un golpe de calor?
El Dr. José Pablo Robles Ruiz, especialista en medicina interna en Quirónprevención, subraya la importancia de una intervención inmediata siguiendo estos pasos:
- Contactar de inmediato con los servicios de emergencia.
- Trasladar a la persona a un lugar fresco y con sombra.
- Aplicar paños húmedos sobre la piel o rociar agua para favorecer el enfriamiento.
- Ofrecer agua para beber, solo si la persona está consciente y orientada.
- Evitar el uso de medicamentos antipiréticos como paracetamol o ibuprofeno, ya que no resultan eficaces en estos casos y podrían empeorar la situación.
La prevención: el mejor tratamiento
Evitar un golpe de calor es posible si se adoptan medidas preventivas sencillas pero eficaces:
- Hidratación constante: beber agua con frecuencia, aunque no se tenga sed, y evitar alcohol o bebidas con cafeína.
- Evitar la exposición directa al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.
- Vestir ropa ligera, de colores claros y tejidos transpirables.
- Reducir la actividad física intensa durante los días más calurosos.
- Mantener espacios frescos, utilizando ventiladores o aire acondicionado siempre que sea posible.
Un enemigo silencioso que no da segundas oportunidades
Los golpes de calor pueden evolucionar con rapidez, especialmente en niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades crónicas. Estar informados, actuar con rapidez y tomar medidas preventivas puede salvar vidas. Este verano, no bajes la guardia: el calor extremo no es solo una incomodidad, es un riesgo real para la salud.

