Con la pandemia del coronavirus, muchas de pequeñas empresas se han visto obligadas a cerrar ante la difícil coyuntura económica. Pero además de esta circunstancia ocasional, existen otras razones que impiden que un nuevo negocio prospere. De hecho, más del 50% de las pymes fracasan en sus primeros años de vida a causa de una mala gestión financiera.

El control financiero es una pieza esencial en el futuro de una compañía. Este concepto hace referencia a los sistemas de seguimiento y medición implementados para rastrear los recursos de una organización y así poder mostrar el estado real de las cuentas. Según señala Banco Santander en un artículo en su blog de becas, “todas las empresas deberían aplicar estos controles para asegurar una gestión eficaz y garantizar que todas las personas implicadas conocen los procedimientos a seguir y sus responsabilidades”.

Se trata de administrar, documentar, evaluar y reportar las transacciones financieras de una organización. Es decir, incluye todas las herramientas y técnicas adoptadas por una empresa para controlar sus diversos asuntos económicos. Y para ello se necesitan unos objetivos, como aprender a optimizar los recursos, elaborar un presupuesto para el uso adecuado de los recursos disponibles y prevenir fugas de fondos. Todo ello ayudará a maximizar el beneficio y crear una base económica sólida que garantice la supervivencia del negocio.

Otro aspecto fundamental es mantener el capital adecuado. Un control financiero eficaz evita tanto la sobrecapitalización como la subcapitalización. El objetivo es obtener capital de fuentes más baratas, manteniendo una combinación sostenible entre deuda y liquidez. Hay que tener en cuenta que, además, esto aumenta la confianza de los proveedores y los inversores.

Por último, es necesario verificar el cumplimiento de los objetivos, así como detectar errores y áreas de mejora. El control financiero permite hacer un diagnóstico de la situación con el que es posible tanto controlar si se están cumpliendo los propósitos marcados como detectar posibles problemas o desajustes. Por ejemplo, irregularidades que puedan hacer que la empresa pierda ventaja competitiva.

De esta forma, si se detectan los riesgos que pueden poner en peligro la salud financiera del negocio, se pueden aplicar las medidas necesarias para reconducir la situación. La competitividad estratégica no es más que alejarse de aquello similar para no tener que competir en los mismos términos que el resto y así proteger la rentabilidad. Michel Porter, uno de los primeros economistas que teorizó sobre este concepto, explicaba que se trata de “crear una posición única y valiosa en el mercado” y, para lograr este fin, establecía tres posibles estrategias competitivas: por precio, diferenciación o segmentación.

¿Cómo asegurar la viabilidad de un negocio?

La entidad presidida por Ana Botín recomienda dar tres pasos:

  • Auditoría interna y parámetros para crear simulaciones  en diferentes escenarios.
  • Búsqueda de anomalías y corrección de discrepancias en las cuentas.
  • Revisión y actualización periódica de la información financiera.

El control financiero es, en definitiva, el corazón de la gestión de una empresa con éxito. La realidad es que afecta desde la gestión del flujo de caja y el seguimiento del rendimiento comercial hasta el desarrollo de planes que garanticen que las partes interesadas puedan aprovechar al máximo las oportunidades de mercado disponibles. 

Por eso hay que planificar, analizar, organizar y controlar los recursos financieros para lograr los objetivos. Aquí, la figura  del controller financiero o director de contabilidad es crucial. Su responsabilidad es garantizar la estabilidad financiera de la organización para su crecimiento económico.

Elon Musk, consejero delegado de Tesla, contó en una reunión de la compañía que, cuando la fundó en 2003, creía que había un 90% de posibilidades de que fracasase. Según un informe de CB Insights, el 35% de las startups se malogra debido a su incapacidad de mantener las demandas y necesidades del mercado. Resulta crucial una buena planificación estratégica, entendida como la herramienta de gestión que utilizan las empresas con el fin de crear un proceso sistemático de desarrollo e implementación de planes que permitan alcanzar los objetivos fijados.

Para contribuir a la formación de profesionales y dotarles de las habilidades necesarias, Banco Santander cuenta con varios programas de becas. Entre ellas, las Becas Santander Skills/MBA Essentials 2022 – LSE, cuya convocatoria acaba de cerrarse. En esta edición se han concedido 900 becas. El curso, que tiene una duración de 10 semanas, incluye la formación de los tres pilares de la dirección y el liderazgo empresarial: estrategia, finanzas y recursos humanos. Es 100% online y cuenta con el apoyo de mentores y facilitadores de London School of Economics (LSE). 

Recientemente, la entidad también ha lanzado 5.000 Becas Santander Skills/Business for all - Harvard Business Publishing para el desarrollo de habilidades y competencias clave en entornos profesionales a través de tres cursos enfocados en negocio, habilidades sociales en entornos laborales y desarrollo personal. La convocatoria está abierta hasta el próximo 7 de septiembre.