Si la economía global creció en el cuarto trimestre de 2012 a una tasa anualizada próxima al 2%, la reciente fortaleza de los Estados Unidos habrá permitido una mejoría hasta el 3% durante los tres primeros meses de 2013, en claro contraste con Europa donde persisten las dudas que convertirán con toda seguridad a la zona euro en objeto de revisión a la baja en las previsiones que mañana hará públicas el FMI coincidiendo con la reunión anual que mantiene con el Banco Mundial. Atentos por lo tanto al mensaje que mañana dará a conocer Lagarde muy posiblemente revisando a la baja las previsiones de crecimiento en Europa, teniendo en cuenta que en su publicación anterior de 23 de enero la visión era especialmente optimista. Atentos también a dos cuestiones de contenido también político, en relación con la nueva posición de política monetaria en Japón
que busca sacara al país de la deflación y con el ritmo de consolidación fiscal en la zona euro. No son nuevas las llamadas del FMI en el sentido de, sin poner en tela de juicio el objetivo de reducir el déficit público, pedir prudencia a la hora de tener en cuenta el impacto negativo a corto plazo de tales políticas sobre la actividad económica, pero en esta ocasión podríamos incluso encontrarnos con la justificación de una mayor flexibilidad hacia los países del sur de Europa, cuestión especialmente relevante para España.


En cuanto a la publicación del Libro Beige de la Fed que cubre el último periodo, es de especial interés para la interpretación de las cifras de marzo. Recordemos que la actividad económica en Estados Unidos había sorprendido a principios de año por especial fuerza, sobre todo si comparamos las lecturas estadounidenses con las europeas, pero que durante el mes de marzo hemos visto un claro debilitamiento de las principales estadísticas económicas (ritmo de creación de empleo, índices ISM de industria manufacturera y no manufactureras, ventas minoristas), lo que en cierto modo ha desdibujado el panorama positivo. El Libro Beige debería aportar algo de luz sobre la interpretación de los últimos resultados y ver si nos encontramos ante una reversión de la tendencia, lo que sería del todo preocupante, o una mera corrección y vuelta a la media después de las sorpresas positivas de enero y febrero. También es probable que aporte información sobre en qué medida los recortes automáticos en el gasto público que entraron en vigor el 1 de marzo han afectado a la demanda y al empleo. El escenario central es en cualquier caso que el Libro Beige que se publica el miércoles mostrará una continuidad del crecimiento económico aunque será calificado de modesto.

Si se cumplen las previsiones, a pesar de las subidas de impuestos indirectos (IVA) en varios países que estarían ayudando a sostener la inflación, el dato de inflación de marzo que se conocerá mañana se situará próximo al 1,7%, con lo que caería hasta el nivel más bajo desde el verano de 2010 y claramente por debajo del objetivo del BCE (2%). Más bajo todavía es el dato que se espera para el dato subyacente (1,4%). De confirmarse las previsiones podemos estar no solamente ante un escenario de inflación contenida (como no puede ser de otra forma ante la debilidad de la demanda) sino ante una clara tendencia a la desaceleración que aunque todavía se sitúa lejos de niveles de deflación, podría en próximos meses comenzar a dar señales de alerta deflacionista. Lectura positiva para quienes gustan de hacer de la necesidad virtud y piden un todavía mayor protagonismo del BCE, pues dirán que para cumplir con su mandato de estabilidad de precios el BCE debería flexibilizar ya su política monetaria apoyando la demanda y precios al alza. La conveniencia y forma más eficiente de llevar a cabo esta expansión monetaria seguirá en cualquier caso siendo objeto de debate.