Están en juego 318 oficinas que el grupo británico, rescatado por el Gobierno que ostenta el control sobre el 70%, se ha visto obligado a vender por imposición de Bruselas. Estas sucursales dan servicio a pymes y se traspasan junto a una marca histórica de Royal Bank, William & Glyn’s.

La adquisición del negocio de pymes de RBS perseguiría, en cualquier caso, objetivos bien distintos en los dos bancos españoles. Para la entidad que controla Emilio Botín, el objetivo sería la prolongación del camino iniciado en 2004, con la compra de Abbey, mientras que para BBVA supondría el desembarco en Reino Unido. Aunque de no lograrlo, el banco presidido por Francisco González aún tendría dos oportunidades más.

Las informaciones sobre el interés para la compra de las sucursales del RBS, cuyas solicitudes tenían como plazo máximo la tarde del martes, hicieron subir las acciones del RBS, que ofrece un negocio con 1,8 millones de clientes minoristas, 230.000 pequeñas empresas y 120.000 cuentas bancarias de grandes firmas.

El perfil de las sucursales a la venta, que representan un 5% del mercado de pequeñas empresas en la banca, ha llevado a los analistas de la City citados por la prensa británica a afirmar que el Santander es el candidato "más apropiado", dado el interés del banco español para crecer en este segmento.

Su rival más directo es Virgin Money, sobre todo después de que el multimillonario estadounidense Wilbur Ross expresara su disposición a poner 100 millones de libras (113 millones de euros o 152 millones de dólares) de su bolsillo para apoyar la operación. Este sería el primer paso, ya que Ross también estaría dispuesto a añadir otros 500 millones de libras si la operación sale adelante de la mano de Virgin, un grupo que ha reiterado su interés por diversificar el negocio y competir en la banca minorista británica.

Virgin ya intentó sin éxito comprar el Northern Rock en 2007, antes de que esta entidad también fuera nacionalizado en febrero de 2008, y si falla su opción por el RBS también podría intentar hacerse con las sucursales del Lloyds Banking Group, sostenido con dinero público y que también tendrá que deshacerse de activos.