Tal y como ha informado la compañía, “ha conseguido dichos acuerdos con antelación a ejercicios anteriores y en condiciones más ventajosas. Detrás de ello se encuentra la fortaleza del mercado mundial de la celulosa, con precios en la parte alta del ciclo que se espera se mantengan durante los próximos ejercicios a la vista del crecimiento de la demanda en un entorno macro muy positivo y sin nuevas capacidades de celulosa previstas para antes de 2020 o 2021”.

Así mismo, hay que señalar que casi la totalidad de los acuerdos de venta se destinarán a Europa, mercado con los mayores márgenes de venta y donde Ence tiene fuertes ventajas competitivas logísticas y de servicio frente a sus competidores latinoamericanos, área donde se ubican los mayores productores de celulosa de eucalipto.

La alta calidad de la celulosa de Ence, su flexibilidad de producción y capacidad de adaptación a las exigencias de las empresas clientes junto con su estrategia de servicio “just in time” hacen posible que la empresa tenga una alta penetración en el continente, donde es la tercera por cuota de mercado.

El buen hacer de Ence Energia – que cerró 2017 con un beneficio de más del 120% en bolsa – le ha otorgado una de las máximas puntuaciones en indicadores técnicos. La compañía, que se encuentra en tendencia alcista en todos los plazos, presenta tanto momento, volumen como volatilidad a su favor.

 

 

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Al más corto plazo, la compañía ha entrado en una fase de corrección que le ha llevado por debajo de los 5,50 euros en los que cerró el año la compañía. Una caída lógica en un valor que ha subido tanto, reconocen los expertos, que creen que “estar en una compañía que ha subido tanto, con un perfil muy cíclico, que depende de los precios de la pasta de papel, tiene riesgo”, asegura Nicolás López, de MG Valores.  Una exposición reducida en la cartera por la volatilidad intrínseca de a una compañía así.