La actualización de las proyecciones del FMI coincide con las previsiones del Gobierno en lo que se refiere a la caída de la actividad en 2009, que el organismo dirigido por Dominique Strauss Kahn calcula ahora en el 3,6%, dos décimas mejor de lo anticipado el pasado mes de octubre, aunque vuelve a presentar un escenario más pesimista para la economía española que el previsto por el Ejecutivo español, ya que éste espera una contracción del 0,3% del PIB en 2010 y una subida de la actividad económica del 1,8% en 2011.


Asimismo, la institución internacional revisó al alza sus perspectivas para la economía mundial y ahora
espera una contracción global del 0,8% en 2009, tres décimas mejor que en octubre, mientras que para 2010 prevé un repunte del 3,9%, ocho décimas más, y para 2011espera un crecimiento del 4,3%, una décima mejor de lo previsto anteriormente.

Así, el FMI calcula que la zona euro sufrió una contracción del 3,9% en 2009 y que crecerá un 1% en 2010 y un 1,6% en 2011, lo que supone una revisión al alza de siete décimas para este año y de tres décimas para el próximo. De hecho, las nuevas proyecciones prevén un crecimiento del 1,5% de Alemania en 2010 y del 1,9% en 2011, mientras que para Francia pronostica un crecimiento del 1,4% en 2010 y del 1,7% el año próximo.

Por su parte, las nuevas perspectivas económicas del Fondo cifran en un 2,5% la contracción interanual experimentada por EEUU en 2009, mientras que prevén un repunte del PIB en 2010 del 2,7%, 1,2 puntos porcentuales más que su anterior estimación, aunque para 2011 espera un crecimiento del 2,4%, cuatro décimas menos de lo previsto en octubre.

"La recuperación mundial empezó con más vigor del que se había previsto, pero avanza a un ritmo diferente en cada región", explicó el FMI, que prevé que "en la mayoría de las economías avanzadas la recuperación seguirá siendo más lenta de lo normal, mientras que en muchas economías emergentes y en desarrollo la actividad será relativamente vigorosa, sobre todo gracias al dinamismo de la demanda interna".

De este modo, recomienda que las políticas han de propiciar un "reequilibrio de la demanda mundial", manteniendo el apoyo en los casos en que la recuperación aún no se haya afianzado y señala que "aún hay pocos indicios de que la demanda privada autónoma (no la inducida con políticas) esté afianzándose, al menos en las economías avanzadas".