Reiteró la posición de la Europa continental de que pasar de los actuales planes de reactivación, que suponen el 3,4% del Producto Interior Bruto (PIB) al 4% que pide Washington "es un esfuerzo sustancial" y lo descartó porque no hay que "añadir déficit (público) al déficit ni deuda a la deuda".

El primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo aseguró que ningún país de la zona euro está amenazado para plantearse la necesidad de una intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI).


Además, descartó que en caso de amenaza uno de los Estados que han adoptado el euro se dirigiera al FMI, ya que el resto de los socios del Eurogrupo darían "una respuesta" que lo evitara.

Frente a ese escenario, Juncker dijo que no le molestaría que el FMI interviniera en otro país de la Unión Europea que no pertenezca a la zona euro, al tiempo que recordó que la UE ha puesto a disposición de esos Estados "volúmenes financieros considerables", al pasar de 15.000 a 25.000 millones de euros.

En todo caso, precisó que aunque "la solidaridad europea" tiene su papel, "el saneamiento empieza en primer lugar en casa...".

Juncker también justificó el rechazo de un plan global de ayuda a los bancos del centro y del este de Europa, y consideró que "conviene ocuparse caso por caso, y no por un plan de conjunto que no correspondería a nada".