El revuelo se suma a un recibimiento escéptico al plan de Geithner para aliviar la crisis financiera y preocupaciones sobre su lentitud en armar un equipo.  Desde el principio, el ejercicio de Geithner estuvo empañado por preguntas por no haber pagado impuestos personales. Ahora, a siete semanas de haber asumido su cargo, es el blanco de los comediantes de los programas nocturnos de televisión.

Ayer, el presidente Barack Obama expresó su confianza en Geithner, diciendo que el secretario del Tesoro está enfrentando más crisis al comienzo de su cargo que cualquiera de sus predecesores, quizás con la excepción del primero de todos, Alexander Hamilton.

"Está haciendo todas las jugadas correctas teniendo en cuenta las malas condiciones", afirmó Obama. El mandatario asumió la responsabilidad final por las primas, diciendo que "el responsable soy yo".

Los traspiés amenazan con complicar la capacidad de Geithner de arreglar la crisis financiera. Los legisladores ya buscan imponer restricciones incluso más duras para las empresas que reciben ayuda del Gobierno, algo que a los funcionarios del Tesoro les preocupa que desaliente aún más la participación en los programas que buscan restaurar la salud del sistema financiero.

Geithner ha estado operando con un diminuto equipo de asesores. Pero a pesar de esa desventaja, ha lanzado un nuevo plan de rescate bancario, que incluye "pruebas de resistencia" para los principales bancos del país, introducido una medida para ayudar a propietarios de viviendas en dificultades y ha presentado un plan para impulsar los préstamos al consumidor. No contuvo los pagos de bonificaciones en AIG, pero recortó o eliminó cientos de miles de dólares en pagos extra.

Los detractores indican que Geithner dio un mal paso con AIG e hizo peligrar la amplia agenda del presidente Obama.

"El presidente no puede darse el lujo de perder la confianza del público en que su Gobierno es un cuidadoso administrador del dinero de la población", escribió Robert Reich, ex secretario del Departamento de Trabajo durante la presidencia de Bill Clinton, en su blog. El público "podría quejarse de otros proyectos ambiciosos como la salud pública, la educación o el medio ambiente", escribió.

Geithner fue uno de los arquitectos originales del rescate de AIG cuando era presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Esta entidad ha estado al frente de la supervisión de la aseguradora y ha participado en numerosas revisiones del rescate, que ahora incluye un préstamo de US$173.000 millones.

Los funcionarios del Gobierno sostienen que no tuvieron suficiente tiempo para encargarse de las bonificaciones antes de que AIG se viera obligada a pagarlas el 15 de marzo. Afirman que Geithner se enteró de los pagos recién el martes pasado, sólo unos días después de que el Tesoro le prestara otros US$30.000 millones a AIG.

Geithner le pidió a Edward Liddy, el presidente ejecutivo de AIG, que averiguara si las primas podían ser canceladas, pero éste le dijo que eran obligaciones contractuales. Al final, Geithner determinó que no había nada que podía hacer para detener las bonificaciones, pero le exigió a Liddy que cancelara o limitara pagos adicionales. El Gobierno ahora está tratando de recuperar los US$165 millones a través de otros canales.

Los congresistas republicanos, en particular, están criticando con dureza al Tesoro. El líder de la minoría en la Cámara de Representantes, John Boehner, de Ohio, dijo que el secretario se encuentra sobre una "fina capa de hielo". "Era la responsabilidad del Tesoro supervisar cómo eran usados estos fondos", declaró el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, del estado de Kentucky, en un comunicado. "Obviamente, se quedaron dormidos en el trabajo".

Geithner, junto al Gobierno de Obama, está tratando de operar en un momento de crisis sin precedentes y depende del respaldo tanto del Congreso como del público. Obama ya ha indicado que su Gobierno probablemente pida dinero extra aparte de los US$700.000 millones que aprobó el Congreso a fines del año pasado.