A cambio tenemos sin embargo suelo en el balance de la banca para construir vivienda durante cuarenta años, ladrillos a mitad de precio o incluso menos si se trata de playa y periferia, ensayos de dación en pago y para pago, descuentos por pronto pago del 20% en las deudas de los proveedores con unas corporaciones locales que se las ingenia para hacer frente a unos gastos comprometidos en época de vacas gordas, bonos con marchamo autonómico con rentabilidades por encima del 10%, facturas sanitarias en reventa por los laboratorios con descuentos del 20%, nuestra prima de riesgo por encima del nivel de consolación de los 300 puntos básicos, amagos de quita en la cantidades a entregar a las eléctricas en las cantidades recaudadas por el déficit de tarifa, y suma y sigue en este país en el que ya todo es quita y descuento.

Y es que la realidad, llámese como se llame, es que hoy por hoy en España hay una generalizada imposibilidad de hacer frente, en su nominal teórico, a las deudas actuales, y tanta quita y descuento no difiere en el fondo de un default selectivo o reestructuración de las deudas nacionales, o de la vuelta a una peseta devaluada, que dirían algunos.

Y para muestra un botón: solamente los bonos del tesoro con vencimientos muy cortos, 2013, están en rentabilidad por debajo de los préstamos al 1% del BCE. Es como si de alguna forma el mercado intuyera que del 2013 no pasamos, ni nosotros, ni los euros españoles, ni los brotes verdes.