Durante la junta general de accionistas del banco, Botín sostuvo que estos datos positivos ya han sido recogidos en la cotización de los títulos bancarios, que han experimentado una considerable apreciación en los últimos meses.

El presidente del Santander subrayó que los últimos doce meses han sido un periodo "extremadamente difícil" para la economía y el sistema financiero internacional, y que todos los análisis señalan que hay que remontarse a la gran depresión de los años 30 para encontrar una crisis de semejante magnitud. 


Sin embargo, valoró que la economía mundial presenta un "mejor tono" desde la primavera, especialmente en Estados Unidos y en algunas economías de Asia y Latinoamérica, lo que pone de manifiesto que las medidas de política monetaria y fiscal adoptadas por las diferentes autoridades internacionales "están teniendo los efectos esperados".

LA ECONOMIA EUROPEA, MAS RETRASADA

Con algo más de retraso, la economía europea también se beneficiará de un entorno más favorable y del cambio de tendencia que muestran los mercados financieros internacionales, pronosticó el presidente del Santander. "En el caso de España, algunos indicadores apuntan a una cierta mejora, que todavía es frágil", advirtió.

El origen de todos los problemas ha sido una insuficiente atención a los riesgos, dijo Botín, para quien, no obstante, "las modificaciones en la regulación no podrán garantizar por sí solas el cumplimiento de los principios que deben seguirse en la banca, y la disciplina de mercado debe seguir desempeñando un papel fundamental".

Así, Botín defende que la banca se centre en la relación bancaria directa con los clientes, en desarrollar la actividad con una visión a medio y largo plazo y en respetar la independencia entre áreas de negocio y de riesgos, además de involucrar muy directamente al consejo de administración en el control del riesgo.

Botín apostó asimismo por reforzar a escala internacional los sistemas de supervisión bancaria, recogiendo las prácticas que la crisis ha demostrado eficaces, y por promover "decididamente" una mayor y mejor coordinación de los supervisores bancarios, objetivo para el que no ve necesario un supervisor único europeo.

Esta solución "puede crear una lejanía poco aconsejable entre supervisor y supervisado", dijo Botín, convencido de que "la actuación de los grandes bancos internacionales a nivel global no debe suponer un riesgo sistémico, siempre y cuando estén sujetos a los supervisores de cada uno de los países donde tienen presencia".