La operación había conseguido las autorizaciones de las autoridades australianas y estadounidenses, y se encontraba a la espera de una decisión de la Unión Europea. 

La oferta preocupaba al sector de la siderurgia europea, que había pedido a las autoridades que la prohibieran. La federación europea Eurofer había señalado en varias ocasiones que Rio Tinto y BHP Billiton acumularían casi el 40% del mercado mundial del transporte de mineral de hierro por vía marítima.


Los dos grupos anglo-australianos son número dos y tres mundiales en el sector del hierro, tras el brasileño Vale do Rio Doce. Las autoridades australianas y estadounidenses ya habían autorizado la fusión.