Referencias calves procedentes de los grandes bancos centrales las que se conocerán esta semana. En concreto, tras la última subida de tipos en la zona euro, los inversores se preparan para una semana plagada de 13 reuniones de bancos centrales que seguramente elevarán los tipos en todo el mundo.

Reunión de la FED pero también del Banco de Suiza, del de Sudáfrica, del de Japón, del de Noruega y del Banco de Inglaterra, entre otros.

Con todo, la cita más importante de la semana será la decisión de tipos por parte de la Reserva Federal y la posterior rueda de prensa el miércoles a partir de las 20:00 horas española. Los datos de inflación de agosto en EEUU, conocidos el martes pasado, dieron al dólar una fuerza inusitada, que acercó al euro nuevamente a mínimos de 20 años, al yen de 24 y a la libra sin escalas a mínimos de 37 años. Las ventas minoristas crecieron menos de lo esperado y que la inflación, pero confirmaron el camino que tomará la Fed: subida drástica de los tipos de interés. Cada vez más analistas se atreven a pronosticar una subida de todo 1 punto en esta semana, en lugar de los 0,75 que se barajaban hasta ahora.

En Europa destaca la reunión del Banco de Inglaterra del jueves, que continuará con su política de aumentos progresivos de tasa de interés, que inició en noviembre pasado. El BoE podría llevar la tasa al 2.25% desde el 1.75% actual, acercando diferencias con la Fed. El BoE se ve obligado a tomar esta medida por una inflación que está demasiado lejos del objetivo del 2%, y en medio de una caída generalizada de la actividad económica, y con una probable recesión en puerta.  Así, se espera una subida de 0,50 puntos en Gran Bretaña, hasta el 2,25%, en la que sería su séptima subida consecutiva.

Finalmente, no se esperan movimientos por parte del Banco de Japón y que se mantengan los tipos de interés en niveles ultrabajos. La semana pasada trascendió que varios funcionarios de la entidad piensan intervenir el tipo de cambio del yen, muy devaluado. El efecto de esta medida podría ser efímero, dado que la caída del yen responde directamente al aumento a máximos de 15 años de los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 2 años. Por lo tanto, si el BoJ interviene, poco le durará la fortaleza al yen en tanto los rendimientos no caigan. Y no lo harán si la Fed mantiene una política monetaria dura por un tiempo más.