Unas ganas que se concentraron, básicamente en la renta variable en Estados Unidos. De hecho, según los datos de EPFR que recogen varias firmas de análisis, la semana pasada se produjo la segunda mayor entrada en renta variable en fondos de inversión de este país desde enero.

En concreto, los inversores protagonizaron entradas netas en este tipo de vehículos por un importe de 3.000 millones de dólares.

Evolución semanal de los flujos de fondos en EE.UU.


Sin embargo, no fueron los fondos de inversión los principales receptores. En ese mismo periodo, los ETF de renta variable recibieron entradas por un importe superior a los 12.000 millones de dólares.

Según BlackRock, una de las firmas líderes en el mundo en ETF’s dada la ausencia de datos económicos durante la pasada semana por el shutdown “los inversores han estado atentos a los resultados del tercer trimestre, ya que 30% de las compañías del S&P 500 hicieron públicas sus cuentas con ganancias en promedio un 4% por encima de las previsiones”.

Así, según los datos de esta firma, los ETFs sectoriales recibieron entradas por un importe de 2.300 millones de dólares. Los del sector financiero concentraron 673 millones y los del sector tecnología 424 millones de dólares, muy influenciados por la publicación de las cuentas de Google y del crecimiento de las ganancias “incentivado por el optimismo de la publicidad en telefonía móvil”, aseguran.

También hubo lugar para la entrada de inversores en ETF de renta fija, aunque la cifra es menor.Según los datos de BlackRock, unos 1.000 millones de dólares. Eso sí, es la segunda entrada semanal más grande del año.

Sin embargo, los ETPs de Commodities llegaron a su sexta semana de salidas, lideradas por ETPs de oro, ya que el repunte en renta variable global “ha generado una disminución en la demanda de inversiones alternativas”, señalan en BlackRock. El oro ha caído 22% este año y se dirige a su primera caída anual desde el 2000. “Las salidas de más de 450 millones de dólares de ETPs de oro apoyan cada vez más la idea de que los inversores han perdido la fe en el metal como activo refugio”, concluyen.