El viernes pasado, todo americano, inversores incluidos estaban haciendo la digestión de esos 224 millones de pavos que se consumieron en las mesas familiares en el Día de Acción de Gracias y quien más quien menos también en qué iba a comprar en el Black Friday y hoy mismo en el Cyber Monday. Incluso los que estaban atentos a un Wall Street que vivió a media jornada pensaban en la inflación y en lo plano que había cerrado el DOW JONES Ind Average
Pero tras levantarse y ver la debacle europea, la cosa cambió, de tal forma que la traslación de efecto dominó llevó al Dow Jones a marcar su mayor caída del año, algo totalmente inusual para una jornada en el que se esperaban las mayores ventas del año, en un país donde más del 70% de su demanda interna, se basa en el consumo.
Pero llegó la variante sudafricana de la Covid-19 bautizada como Omicron y aguó la fiesta a todos. El Dow Jones parte este lunes desde los 34.899,34 puntos tras ceder, el pasado viernes un 2,53%, su mayor caída desde el mes de julio, con pérdidas intradía que superaron los 1.000 puntos, 900 al cierre, como podemos comprobar con las cinco peores caídas del año reflejadas en porcentaje.
Caídas producidas, según destacan los analistas en Wall Street por una sola razón: el miedo. Todos los valores perdieron posiciones con American Express cediendo más de un 8,4% y Boeing con pérdidas del 5,4%. Dos valores clave, el primero marcado por el efecto pernicioso en las compras y en el turismo: a menor movilidad, con el cierre decretado también por Estados Unidos a los vuelos procedentes de Sudáfrica y de otros 6 países africanos por miedo a que Omicron se extienda.
Un miedo que, para todos los inversores, incluso por encima del Dow Jones, es a una vuelta a lo peor de la pandemia: que la recuperación se paralice con movilidad restringida, en un “deja vu” de consecuencias inesperadas. Y lo peor: que las actuales vacunas no puedan inmunizar contra Omicron con sus múltiples y contagiosas 30 variantes, lo que nos llevaría a una situación que no queremos ni contemplar de casilla de salida tras el fuerte castigo económico de 2020.
De esta forma el Dow Jones cerraba la pasada semana con recortes del 2,71% y el mes con pérdidas del 2,33%. En el trimestre, las caídas apenas alcanzan el 0,89% mientras que mantiene la tónica alcista en el año con avances del 14% (en azul claro). Todo ello frente a un Nasdaq (en morado) que sube en el año un 20,20% y un S&P 500 cuyas ganancias (en beige) superan el 22.3% desde enero.
Así las cosas, el pánico vendedor se impone sin restricciones, aunque las caídas del Dow Jones hayan sido menos intensas de lo inicialmente esperado y mucho menores que las europeas. La cautela por tanto se hace fuerte en las acciones, en la renta variable, mientras cae a plomo el bono americano a 10 años, hasta 15 puntos básicos, sube el oro y la liquidez es un grado.
Más que nunca se impone el esperar y ver, porque ni movimientos fundamentales ni técnicos marcarán estos días el devenir del Dow Jones. Tampoco la macro americana, ni la inflación con la posibilidad de un retraso de subida de tipos, la caída del petróleo y de las materias primas. Todo congelado, a la espera de la evolución de las noticias relacionadas con Omicron, su posible expansión global, ya con un caso detectado en Bélgica, y la efectividad contra ella de las vacunas.