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    Timing

    ¿Qué es el timing?

    El timing se produce cuando el inversor compra o vende fondos intentando anticipar el próximo movimiento de la bolsa. Intentar realizar el timing de forma correcta es prácticamente imposible. Ha sido la tumba tradicional de los inversores agresivo- ludópatas. Cada vez con más asiduidad los gestores profesionales de primera línea lo están abandonando, porque, si siempre fue difícil, con el exceso de información actual hoy todavía lo es más.

    Existen otras formas más seguras de aprovechar las oscilaciones del mercado, como el reequilibrio pasivo (“haga lo que le indique el mercado en lugar de pretender adelantarse a él”). Pero no lo intente sin conocimiento y convicción.

    Por ejemplo, un clásico movimiento del timing puede ser el pronosticar que el sector tecnológico va a subir más en los próximos meses en base a criterios personales después de haber realizado un análisis del mercado. Entonces, el inversor lo que haría sería comprar fondos o acciones del sector para anticiparse al mercado y ganar rentabilidad en esa subida.

    En otras palabras, el timing se produce cuando los inversores tratan de anticiparse al mercado en base a los movimientos generales. Es decir, no es cuando un inversor analiza una compañía y considera que está infravalorada y que el mercado algún día hará que suba por sus buenos fundamentales. No, el timing es más sectorial y especulativo, no tiene en cuenta la visión a largo plazo.

    Si un inversor cree que el mercado va a bajar porque considera que sucederá así en base a los distintos condicionantes que se están dando en el mercado, entonces es probable que pusiera posiciones en corto en las bolsas y comprase activos tradicionalmente más defensivos. Sin embargo, invertir en base al timing tiene un gran riesgo, y no es otro que nadie conoce el futuro. Aunque se pueda intuir, muchas cosas pueden suceder en los mercados que hagan que nuestro análisis y esa intención de anticipar movimientos no salga bien.

    Timing como estilo de inversión

    Suele ser arriesgado, como ya hemos dicho, aunque a veces puede salir bien con un buen análisis, y también con algo de suerte. Si por ejemplo, somos unos inversores que estamos continuamente informados y creemos que el mercado va a cambiar la tendencia sectorial o que se va a girar de ser alcista a ser bajista, entonces podemos aprovechar eso para anticiparnos.

    Aunque, para minimizar riesgos, lo ideal sería hacer timing cuando la tendencia esté ya iniciada y confirmada. Por ejemplo, si estamos viendo correcciones continuadas en la bolsa, hay miedo en el mercado justificado, los datos macroeconómicos no son buenos y nuestro análisis nos muestra que es algo que continuará en los próximos meses, entonces sí puede ser más sensato poner posiciones cortas o buscar aquellos activos que funcionan mejor en un periodo de caídas.

    Pero, generalmente, lo menos arriesgado y seguro en bolsa es la inversión a largo plazo tanto en índices como en valores. Si hacemos un análisis correcto, entonces hay que mirar a largo plazo y olvidarse de la volatilidad al corto plazo. La mejor prueba de ello la encontramos en el rendimiento histórico del S&P 500, un índice que pese a las caídas y correcciones que ha ido registrando – quiebra de Lehman Brothers, Segunda Guerra Mundial, pandemia, Guerra del Golfo – ha mostrado un crecimiento anualizado positivo del 8%. Por eso, siempre es mejor invertir periódicamente y mirar a largo plazo, más allá de hacer timing y tratar de averiguar los movimientos de mercado. Ya que pocas veces se suele acertar, salvo si se trata de una tendencia confirmada y nuestro horizonte temporal es inferior a un año.

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