El S&P 500 perforó el 2.975 y se dirigió a los mínimos de febrero, zona 2.854, y la respetó.
Ahora bien, lo más llamativo fue el brusco giro a la baja del índice VIX de volatilidad: tras alcanzar el viernes un máximo en 54,4, se giró a la baja y cerró en 41,9.
El “Fear & greed Index” que elabora la CNN cerró la sesión en 6, lo que supone una lectura de extremo miedo de los inversores.
La rentabilidad del bono estadounidense a 10 años comenzó la sesión del viernes con fuertes descensos, marcó un mínimo en 0,657% y cerró en 0,767%, claramente por encima de los mínimos de la sesión.
Si ahora nos fijamos en el gráfico de la relación “dólar/yen”, observaremos que se encuentra justo en plena zona de soporte, 104,40. Por lo tanto, es probable que en esta zona se produzca un rebote.
De acuerdo con todo lo anterior, vamos a considerar como escenario más probable que el S&P 500 rebote.
Ahora bien, de producirse el rebote, debeos tener en cuenta que NO estaríamos ante un cambio de tendencia, sino ante una simple onda C al alza de una fase correctia del movimiento a la baja previo.
Tendríamos el aviso del inicio de ese rebote (de ese tramo al alza), si el S&P 500 fuese capaz de superar la zona de los 3.000. En tal caso, el S&P 500 podría dirigirse a la zona de los 3.200.
Si, por el contrario, el S&P 500 no fuese capaz de superar los 3.000, deberíamos considerar como escenario más probable una nueva onda a la baja con un objetivo próximo a los 2.750, nivel que representa un retroceso del 0,618 del tramo al alza desplegado desde diciembre 2018 hasta febrero de 2020.
La caída del precio del petróleo ha acentuado las presiones bajistas sobre las bolsas estadounidenses. En el momento en que escribimos este comentario el futuro del S&P 500 está cotizando a 2.857. Y la cotización del "dólar/yen" se encuentra en los 104,275, justo por debajo de la zona de soporte. Si estos dos niveles fuesen respetados podríamos asistir a un rebote.
El viernes pasado Larry Kudlow, director del “National Economic Council” de los EEUU, dijo en una entrevista en Bloomberg que la administración Trump estaba considerando en marcha una expansión del gasto público. Es una noticia que pasó desapercibida, pero debemos tener en cuenta la idea que hay detrás.
Powell sigue el dictado de los mercado y ahora el mercado de futuros sobre fondos federales está descontando un nuevo recorte de 50 pb en la reunión del FOMC de marzo o incluso antes. Los bancos centrales ya no saben qué hacer y la política monetaria ha perdido su efectividad para estimular el crecimiento económico.
Por lo tanto, el único instrumento que disponen las autoridades económicas es la política fiscal. Hasta este momento los gobiernos han estado callados al respecto, sólo lo sugirió Kudlow. En el caso de que los gobiernos hicieran públicas sus intenciones de llevar a cabo una actuación coordinada para impulsar el gasto público, la rentabilidad de los bonos subiría con fuerza y el oro caería significativamente.
Ahora bien, por el momento, ese escenario no se ha dado y, en consecuencia, deberíamos considerar como escenario más probable que la tendencia bajista de la rentabilidad de los bonos y la alcista del oro, continúe.