La formación de gobierno de Donald Trump sigue dando bastante que hablar y muchos analistas siguen atentos a todos los pasos en la conformación de gobierno para tomar sus decisiones a la hora de componer su cartera para el 2017. El último de todos, conocido ayer, el nombramiento de Rex Tillerson, actual CEO de Exxon Mobil, compañía petrolera, y cuyas buenas relaciones con Rusia se encuentran dentro de su historial.
Con el último repunte del petróleo tras alcanzar un acuerdo sobre el recorte de la producción mundial entre los miembros de la OPEP y los no miembros, unido a este último nombramiento, hace pensar para muchos si es el momento perfecto de apostar por la industria del petróleo teniendo en cuenta que podría gozar de un mayor trato de favor del que tenía hasta ahora.
Además, si se confirman que Rick Perry, ex gobernador de Texas, dirija el Departamento de Energía, o Scott Pruitt, amigo de la industria del shale oil en Oklahoma y un claro escéptico por el cambio climático, se haga cargo de la Agencia de Protección Ambiental, podría suponer un espaldarazo fuerte para todo lo que tenga que ver con la producción de crudo.
"El petróleo y el gas son realmente el motor futuro de la economía", dijo el presidente ejecutivo de Hess Corp, John Hess. Elogió las selecciones de Trump y añadió que "ha dejado muy claro que la energía es crítica".
Es un giro impresionante de la situación actual para una industria que ha luchado contra el gobierno federal durante décadas en temas fiscales, desafíos antitrust, las regulaciones ambientales y la supervisión ética bajo la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero. Ahora, después de ocho años de enfrentamientos especialmente antagónicos con la Administración de Obama, el Big Oil está pasando a ser una industria líder.
"Es claramente un giro de la actual administración, que es muy hostil a los combustibles fósiles", dijo Craig Pirrong, director de la Universidad de Houston Gutierrez Energy Management Institute. Con "un representante de la compañía energética más grande del mundo en el Departamento de Estado, es inevitable que tengan un poderoso e influyente defensor", concretó.
La industria está preparada para ejercer influencia previamente inimaginable en una escala global en una administración de Trump. Tillerson ha perfeccionado legítimamente sus habilidades de liderazgo como director de la compañía petrolera pública más grande del mundo. Es diplomático y ejecutivo a partes iguales, habiendo pasado gran parte de su carrera negociando transacciones comerciales complejas y polémicas en países con los que el gobierno de los Estados Unidos ha tenido relaciones más tensas. En 2011, hizo famoso su acuerdo con el líder ruso Vladimir Putin, en una asociación de joint venture con la petrolera estatal Rosneft en la exploración de petróleo del Ártico.
"Hay una línea muy delgada entre el petróleo, la geopolítica y la diplomacia", dijo el martes el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo, en Washington. La experiencia de Tillerson en ese frente lo hace "más que calificado para ocupar este importante cargo".