La expresión coloquial it ain’t over till the fat lady sings es de uso común en el mundo angloparlante y es una referencia al aria final de una representación operística que, con frecuencia, nos ofrece una soprano (a menudo voluminosa).

Sea como fuere, nuestra respuesta a la pregunta recurrente de si el mercado alcista de los bonos que ha perdurado décadas ha llegado a su fin, nuestra respuesta es un claro no. Aún le queda mucha vida. Aunque eso no quiere decir que los rendimientos de la deuda pública alemana a 10 años no puedan aumentar entretanto al 1,50% o los bonos del Tesoro estadounidense vuelvan a situarse en el 3%. Pero esto sucedería en el marco de los movimientos al alza y a la baja habituales de los mercados de capital.

En cambio, resulta menos normal que en la actualidad todo suceda con tanta rapidez. El 1 de diciembre, Bloomberg informó que el Bloomberg Barclays Global-Aggregate Total Return Index3 había registrado el mes anterior una pérdida increíble de 1,7 billones de dólares estadounidenses. Y eso solo en un mes. Actualmente, el valor del índice es de 44,48 billones de dólares estadounidenses. Eso supone una pérdida de valor cercana al 3,7%, una pérdida que hace muchos años que no veíamos. Así se explica que la mayor parte del movimiento no la consideramos relevante, sino que la fundamentamos con técnicas de mercado.

El gráfico 1 muestra el movimiento masivo de precios actual de la deuda pública a diez años. Desde el mes de agosto la deuda cayó más del 8%, cerca de un 6% en las últimas dos semanas. Sin embargo, el gráfico 2 pone estos movimientos notables en la perspectiva correcta porque, a largo plazo, apenas tienen importancia. Aunque esto no significa que ignoremos esta considerable modificación de los precios, deberíamos ser capaces de ver más allá.
 

Aparte de una masiva pérdida de confianza por parte de los inversores frente a los emisores, los rendimientos solo deberían crecer prolongadamente si la inflación también lo hace. La inflación general, es decir, la tasa de inflación que escuchamos en las noticias vespertinas, aumenta en la actualidad y seguirá haciéndolo a ambos lados del Atlántico. La causa radica principalmente en que actualmente la subida de los precios del petróleo se incluye en los cálculos comparativos con respecto al año anterior, es decir, el llamado efecto base. El gráfico 3 muestra que el precio del crudo alcanzó su punto más bajo hasta ahora en enero de 2016. Desde entonces el precio ha aumentado alrededor del 100%. En el primer semestre de 2017, este hecho afectará principalmente a la tasa de inflación.
 

Y, como es natural, dejará huella en los inversores. La cuestión de la inflación había desaparecido casi por completo del campo de visión de muchos inversores. Mientras que, en los últimos tiempos, el fantasma de la deflación ha estado muy presente. Ahora parece que la inflación amenaza con volver. No partimos de unos precios del petróleo en constante aumento a pesar del recorte de la producción recientemente acordado por la OPEP. El subsuelo de EE. UU. contiene enormes reservas de crudo.

Recientemente se descubrió la mayor reserva del mundo de petróleo en Wolfcamp, en suelo texano, con más de 20.000 millones de barriles. El presidente electo Trump ha dicho claramente en su campaña electoral que quería impulsar la producción de gas pizarra y petróleo para crear puestos de trabajo. Esta intención mantendría en jaque los precios del crudo en todo el mundo.

Las tasas de inflación subyacente, en cambio, son tanto aquí como allá extremadamente estables (gráficos 4 y 5). Se trata de tasas de inflación de las cuales se han entresacado los precios volátiles de la energía y los alimentos. Si la temida trumpflation se produce de verdad, lo expondrá nuestro Head of Research, Yves Longchamp en el siguiente resumen. Aunque en este sen tido queremos precisar: la tendencia a largo plazo en el mundo globalizado con un crecimiento rápido de la automatización de los procesos de trabajo (Industria 4.0) se mantiene invariable en cuanto a la desinflación.4 A este respecto, sentimos curiosidad por saber cuándo se detendrá el movimiento al alza, excesivo en nuestra opinión, de los rendimientos. Confiamos en que será más pronto que tarde. Así que la oronda mujer aún debe cantar en otro lugar. En cuanto a rendimientos, el último acto aún no ha escrito.
 




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