Frente a lo que cabría esperar, nuestras investigaciones demuestran que los mercados alcistas normalmente nacen en un contexto de datos económicos malos. Según nuestro estudio histórico, el predominio actual de noticias negativas y la generalización del pesimismo se repiten habitualmente con el comienzo de las buenas rachas: una tendencia que nos permite ser optimistas sobre la evolución de la bolsa en el futuro.
¿Qué factores mueven la bolsa? A nuestro juicio, los parqués se proyectan entre 3 a 30 meses hacia el futuro y se ocupan, sobre todo, de las cuestiones económicas y políticas con una potencial repercusión en los beneficios empresariales en dicho periodo. Según nuestro punto de vista, las cotizaciones varían en función de las diferencias entre la realidad y las expectativas, dependientes estas últimas del estado de ánimo. Por lo general, los mercados alcistas nacen en un ambiente de pesimismo, cuando la moral de los inversores está muy tocada a causa de las pérdidas experimentadas en las caídas previas. En esos momentos la economía también suele exhibir debilidad mediante indicadores económicos como la tasa de desempleo o el producto interior bruto, minando aún más la confianza de los inversores.
Con todo, al orientarse hacia el futuro, en esos momentos aciagos el precio de las acciones ya refleja la negativa coyuntura económica pasada y presente. Según nuestros análisis, el hondo pesimismo que suele reinar al final de los mercados bajistas distorsiona muchas veces la percepción de la realidad. Por ello creemos que es en estos momentos cuando las bolsas tocan fondo y, desde ahí, inician un nuevo mercado alcista. Conviene aclarar que este fenómeno no suele coincidir con una mejoría de la salud de la economía, sino que los datos publicados sencillamente no son tan malos como se temía. Esto provoca una sensación de alivio que impulsa las cotizaciones y, a medida que la realidad se va imponiendo sobre las expectativas descontadas por el mercado, esas sorpresas siguen espoleando los mercados.
Lo expuesto nos lleva a pensar que a menudo existe una desconexión entre la bolsa y la economía en los primeros compases de un mercado alcista. Por ejemplo, en este intervalo los resultados empresariales tienden a ser muy negativos a causa de las recesiones –caídas generales de la producción en el conjunto de la economía durante varios meses– que suelen acompañar a los mercados bajistas. Pero cuando estos llegan a sus mínimos consideramos que las bolsas ya han incorporado todo el alcance –e incluso algo más– de la caída de los beneficios. Llegados a este punto, los mercados comienzan a pronosticar un futuro mejor que incluye la expansión de los resultados empresariales.
Durante la crisis financiera del periodo 2007-2009, tal y como muestra el gráfico 1, el índice MSCI World empezó a ascender en marzo de 2009, meses antes de que la recesión tocase a su final1; los resultados empresariales no crecieron interanualmente hasta el cuarto trimestre de ese año3. Incluso en la abrupta corrección de 2020 relacionada con los confinamientos decretados para frenar el avance del coronavirus, en las bolsas se perfiló un nuevo mercado alcista a partir del 23 de marzo, cuando las empresas ni siquiera habían tenido tiempo de sufrir la fuerte contracción económica que llegaría en primavera. No obstante, en términos generales los inversores de renta variable ya sabían que esos resultados empresariales serían especialmente aciagos, les pusieron precio y, a partir de ahí, volvieron a mirar hacia el futuro, obviando los datos en sí mismos.
Gráfico 1: Los ciclos de los beneficios
Fuente: FactSet a fecha 1/9/2020. Índice MSCI World con reinversión de dividendos (en euros, enero 2009-agosto 2020) y beneficios por acción de las empresas del índice MSCI World (T1 2009-T2 2020).
Con frecuencia, en el arranque de los mercados alcistas la tasa de desempleo también es muy elevada o muestra una trayectoria ascendente. Para muchos, de acuerdo con las publicaciones económicas que seguimos, esto supone un freno para la revalorización de las acciones por múltiples razones: algunos analistas piensan que los despidos masivos impiden que las recuperaciones económicas sean duraderas; otros sostienen que, si no se crean puestos de trabajo, las familias no gastarán, lastrando así el crecimiento económico.
No obstante, la historia demuestra que ni un desempleo elevado ni al alza impide el nacimiento de un nuevo mercado alcista (ver gráfico 2). La razón de que así sea, a nuestro parecer, es que los datos del mercado laboral son especialmente retrospectivos, constatan algo que ya ha ocurrido. Los análisis nos dicen que las empresas solo despiden como último recurso y que, más adelante, vuelven a contratar paulatinamente una vez que ya ha pasado la recesión, dados los grandes costes fijos de contratar y formar a nuevos trabajadores. La recuperación de la economía suele avanzarse a la del mercado laboral, no al revés. Y, en contraste a esto, creemos que el mercado de acciones es uno de los mejores indicadores avanzados al crecimiento futuro.
Gráfico 2: Una alta tasa de desempleo no evita el surgimiento de un nuevo mercado alcista
Fuente: Eurostat y Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, a fecha 10/9/2020. Tasa de desempleo de la UE (enero de 2000-julio de 2020); tasa de desempleo del Reino Unido (enero de 2000-mayo de 2020); tasa de desempleo de EE.UU (enero de 2000-agosto de 2020. Mercados bajistas del índice MSCI World (marzo de 2000-octubre de 2002, octubre de 2007-marzo de 2009 y febrero de 2020- marzo de 2020).
Un ánimo inversor extremadamente bajo es una característica común al comienzo de los nuevos mercados alcistas. Somos de la opinión de que las diferentes medidas de la confianza solo reflejan la percepción de los inversores en un momento dado. En tiempos convulsos la gente normalmente no derrocha entusiasmo y, cuando ese pesimismo alcanza cotas muy elevadas, puede influir en las perspectivas a corto plazo nublando en demasía las perspectivas del probable crecimiento que se avecina. El índice económico de Sentix, una encuesta a inversores de todo el mundo sobre sus perspectivas para la economía, muestra hasta dónde puede llegar el abatimiento al comienzo de los mercados alcistas (ver gráfico 3). Un dato superior a cero señala optimismo, mientras que los datos negativos indican pesimismo. Durante el mercado bajista del periodo 2007-2009 el índice mostró cómo las perspectivas se iban volviendo cada vez más sombrías hasta llegar a su punto más bajo, poco antes de que concluyera el mercado bajista. Dudamos que esto sea una mera coincidencia, más bien pensamos que la desesperanza hundió tanto las expectativas que la realidad a la fuerza tenía que ser más positiva. Los pobres valores de este índice a comienzos de 2020 –especialmente en abril al alcanzarse mínimos inéditos desde 2009– parecen replicar el final de aquel mercado bajista del periodo 2007-20093.
Gráfico 3: Los mercados alcistas suelen surgir en un contexto pesimista
Fuente: FactSet a fecha 1/9/2020. Índice económico agregado mundial de Sentix (enero 2004-agosto 2020). Mercados bajistas del índice MSCI World (octubre 2007-marzo 2009 y febrero 2020-marzo 2020).
En la actualidad, pese a la apreciación de los mercados desde sus cotas mínimas, muchos analistas siguen dudando de la recuperación de la bolsa. Este escepticismo, así como otras pistas que suelen aparecer al inicio de los mercados alcistas, nos permiten confiar en que la buena racha no ha hecho más que empezar.
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Fuente: FactSet, Oficina Nacional de Investigaciones Económicas y Centro para la Investigación de Políticas Económicas de Estados Unidos, a fecha 14/9/2020. Afirmación basada en el índice MSCI World (3/9/2009) y en el Comité de Fechado de Ciclos Económicos (junio de 2009).
Fuente: FactSet, a fecha 1/9/2020. Beneficios por acción de las empresas del índice MSCI World (T4 2009).
Ibid. Índice económico agregado mundial de Sentix (abril 2020).