“El desplome del PIB global es tres veces más profundo que la Gran Recesión; si no hay rebrotes, en 2021 se retornará al crecimiento”. Este reciente diagnóstico del Banco Mundial los derroteros que está tomando coyuntura actual, una recesión tan global que afecta a la práctica totalidad de las latitudes del planeta y que ha obligado a hibernar la economía, así como sus perspectivas en torno al despegue del nuevo ciclo de negocios, ha sido una de las piedras angulares sobre la que ha girado el debate del escenario económico post-Covid que ha organizado por Estrategias de Inversión y que ha congregado a estos tres analistas.
Ricardo Gil, head of Asset Allocation de Trea AM, centró el diálogo en el efecto inmediato de la Gran Pandemia, la mayor recesión en tiempos de paz de la historia económica contemporánea. “Lo que ha hecho ha sido aflorar las debilidades del sistema” y, en este sentido, “ha emitido señales claras de dónde se está fallando”, porque “las medidas sanitarias y el estado de hibernación de la actividad nos permite ver la situación en cámara lenta y nos permite vislumbrar que estamos intentando paliar la coyuntura con las mismas herramientas que nos ha generado esta fragilidad, por lo que podemos decir que la depresión “se ha concentrado en este segundo trimestre y que, estadísticamente, concluye este mes de junio”. Pero alerta: más que tratar de adivinar con siglas si la recuperación será en V, en U, en L o en W, “tendríamos que despejar su raíz cuadrada”. Para Gil, “está claro que este año nos han salvado [las medidas fiscales y monetarias], las compañías dan por perdido este ejercicio, a la espera de que 2021 nos trasmita cómo están las cosas”. Y en este horizonte “es vital no olvidarse de que la incertidumbre va a ser un componente que nos va a acompañar durante algún tiempo”. Entre otras razones, “porque al final nadie sabe a ciencia cierta cómo se va a comportar el consumidor final”. Dependerá de variables como “si hay o no vacuna, pero al final el efecto real es de índole estructural, en todo el mundo, porque el 90% del PIB mundial y el 99% de los países está en recesión”. A su juicio, “habrá despegue, claro, aunque está por ver la intensidad del mismo y las turbulencias del vuelo en su tramo inicial”.
Para José Ramón Díez Guijarro, director de Estudios de Bankia, “esta crisis, su diagnóstico y los planes para su contención y su reanimación son diferentes a las de cualquier otra que nos ha precedido, hasta el punto de que la decisión de los gobiernos ha sido hibernar la economía y proteger con ERTE’s y avales a las rentas de las familias y dar cobertura a las empresas”. Sobre la recuperación -anticipa- “está descartada la V y el escenario con el que se opera ahora es el de una V asimétrica, si bien lo trascendental ahora es tratar de averiguar el instante el que se volverán a restablecer los niveles de crecimiento y de creación de empleo en el cuarto trimestre de 2019”. El consenso del mercado habla de que se producirá en el primer semestre de 2022 -dice- “con independencia del calibre de la contracción de este año”, pese a que los más pesimistas lo relegan hasta finales de ese ejercicio o principios de 2023, precisa. A corto plazo, “veremos las mayores caídas de PIB en décadas para las economías OCDE, con caídas trimestrales entre los 10 y el 15%, pero también un fuerte rebote en el tercer trimestre”. De igual modo, “habrá que esperar a ver los daños estructurales en las economías, en la productividad, en el crecimiento potencial o en la inversión en el medio y largo plazo”.
Domingo García Coto, director de Estudios de BME incide en que “la característica de la Gran Pandemia es una caída histórica de la producción”. Es una recesión histórica pero limitada en el tiempo, apunta. Pero señala otro segundo factor que la define, “el impresionante despliegue de medidas para frenar su caída libre, que han evitado el colapso financiero y, probablemente, una depresión de grandes dimensiones” y que ha logrado que la coyuntura penetre en una fase de mejora de expectativas. “A la luz de los avances en investigación de nuevas vacunas y de la mejor preparación de los sistemas sanitarios, aunque la economía tenga todavía una gran dependencia de la evolución sanitaria de la pandemia”. En su opinión, una circunstancia que la hade distinta a otras crisis. “Son sus parámetros diferenciales”. Si bien -precisa- “también presenta elementos positivos”, como el enorme esfuerzo de gobiernos y empresas, los más de 6.900 millones de euros destinados a la investigación de una vacuna contra el Covid-19 y de sus tratamientos terapéuticos terapéuticos, el inicio de la recuperación en China, el rápido rebote del mercado laboral en EEUU e, incluso, señales de vitalidad en Europa a través de los indicadores PMI -los llamados gestores de compras-, que ya emiten signos del despegue.
Los tres expertos también transmitieron sus percepciones sobre el decalaje entre los mercados de capital, que vivieron la primera semana de junio un rally alcista que llevó al Nasdaq a rozar el nivel de los 10.000 puntos, al índice S&P a registrar su mayor escalada histórica y al Dow Jones a certificar un rebote de casi el 50%, y la economía real, asolada todavía por los retrocesos en la actividad. Evolución lastrada esta semana, entre otras razones, por la previsión de la Fed de que el PIB estadounidense culminará este ejercicio con uno duro receso del 6,5%.
Para Díez Guijarro, “los mercados financieros están descontando las expectativas del despegue, que está detrás de su buen comportamiento reciente respecto al brusco calibre de las recesiones económicas”. Es decir, “están descontando el rebote, la mejoría de los distintos indicadores de alta frecuencia”. García Coto menciona “el arsenal monetario” como herramienta esencial en la recuperación de las bolsas, lo que desvela “el impresionante caudal de confianza que han creado los bancos centrales de las potencias industrializadas”. La Fed -recuerda- ha puesto en marcha hasta once programas de emergencia entre marzo y abril con una capacidad superior a los 2,5 billones de dólares disponibles, y sólo 5 de ellos están totalmente operativos. “Ni siquiera se ha llegado a los 100.000 millones de dólares de intervención”. Menos del 4% de la cantidad total disponible. “Es una señal poderosísima”, aunque ahora, la clave “es mantener esa confianza”. A estos componentes, Gil añade los tipos de interés en negativo. “El hecho de que te cueste tener el dinero es lo determinante”, como lo demuestra “el pánico desatado en los mercados el mes de febrero, cuando la Fed anunció que iba a comprar bonos de alto riesgo”.
Los analistas de BME, Bankia y Trea AM también pasaron revista a otras cuestiones nucleares sobre el ciclo de negocios que se avecina. El estado de las recesiones en las áreas industrializadas, en especial en EEUU y Europa, y emergentes, con China en el punto de mira. También el horizonte español y las necesidades de acometer reformas estructurales de calado. O el futuro verde de la economía europea, la neutralidad energética y los avances en digitalización, así como su visión sobre el extraordinario montante y dimensión de los amplios programas de estímulos fiscales y monetarios.