¿Cómo ha sido la evolución del rublo ruso tras 3 años de guerra?

Tras tres años de conflicto, el rublo refleja el pulso de una economía sancionada, militarizada y, eso sí, con una creciente desconexión de los mercados occidentales.

A pesar de momentos de aparente estabilización, la divisa rusa ha sufrido una depreciación estructural frente a las principales monedas internacionales, presionada por sanciones comerciales, restricciones al acceso a los mercados de capital y una creciente dependencia de aliados económicos no occidentales como China o India. 

¿Es el rublo un termómetro de la salud económica rusa en un contexto de guerra prolongada?

En los días posteriores al inicio del conflicto, el rublo se desplomó más de un 40%, cayendo hasta los 135 rublos por dólar el 7 de marzo de 2022. La combinación de sanciones económicas masivas, congelamiento de reservas internacionales del Banco Central de Rusia —estimadas en unos 300.000 millones de dólares— y la expulsión de bancos rusos del sistema SWIFT, generaron un shock sin precedentes. 

El rublo pasó de ser una moneda relativamente estable a una divisa altamente volátil. Y para contener el daño, el Banco Central de Rusia adoptó medidas de emergencia: elevó los tipos de interés del 9,5% al 20% en un solo movimiento, impuso controles estrictos de capital y restringió la compraventa de divisas extranjeras. 

Estas medidas, junto con la exigencia del Kremlin de que los pagos por gas se hicieran en rublos, permitieron una recuperación parcial en los meses posteriores. En abril de 2022, el rublo volvía a situarse en torno a los 80 por dólar, lo que muchos analistas calificaron como una “recuperación artificial” impulsada más por ingeniería financiera que por confianza de mercado.

Evolución del dólar- rublo. Fuente: Reuters

2023 marcado por la volatilidad por factores internos y externos

Durante 2023, el rublo volvió a experimentar una trayectoria irregular. La moneda comenzó el año relativamente estable, con un rango de entre 70 y 80 rublos por dólar, pero eventos internos como la rebelión del Grupo Wagner en junio de ese año generaron desconfianza y salidas de capital. 

Según datos del Banco Central de Rusia, el rublo perdió un 25% de su valor entre enero y agosto de 2023, situándose por encima de los 100 rublos por dólar en algunos momentos.

Uno de los principales factores que sostuvieron al rublo fue el precio del petróleo, que se mantuvo elevado durante buena parte de ese año, a pesar de los topes al crudo ruso impuestos por Occidente. 

El comercio con China y la India también actuó como salvavidas financiero, aunque en muchos casos en condiciones menos favorables, con pagos en yuanes o rupias y descuentos de hasta el 30% respecto al Brent.

La política monetaria volvió a tensarse: el Banco Central elevó los tipos de interés al 13% en septiembre de 2023 para contener la inflación, que había superado el 7% anual. Esta medida también buscaba estabilizar el tipo de cambio ante la creciente presión por salida de divisas en mercados paralelos.

2024 y 2025 de resiliencia condicionada

En lo que va de 2025, el rublo ha mostrado ciertos signos de recuperación. En abril, cotizaba alrededor de los 81 rublos por dólar, gracias a un repunte en los ingresos energéticos y expectativas de relajación parcial de sanciones. No obstante, la moneda sigue lejos de los niveles previos a la guerra (60-65 rublos por dólar en 2021).

La dependencia del rublo respecto al comercio energético es estructural: más del 40% de los ingresos públicos rusos provienen del petróleo y gas. Cualquier fluctuación en los precios internacionales impacta directamente en la estabilidad de la moneda. Además, la falta de acceso a mercados financieros globales impide refinanciar deuda o atraer inversiones extranjeras, debilitando los fundamentos a largo plazo.

Presión interna, inflación y deterioro estructural

Que duda cabe que el futuro del rublo está condicionado por la evolución de la guerra, el endurecimiento o flexibilización de sanciones, y la capacidad del Kremlin para sostener el gasto militar sin generar una espiral inflacionaria. 

Según el informe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), el PIB ruso se ha mantenido estable en términos nominales, pero con un empobrecimiento progresivo de la población y un mercado laboral tensionado por la movilización militar.

La inflación acumulada entre 2022 y 2024 supera el 30%, lo que ha erosionado el poder adquisitivo en rublos. Además, las reservas internacionales rusas han cambiado de composición, con un peso creciente de yuanes y oro, y una menor liquidez inmediata frente al dólar o el euro.

Evolución de la bolsa rusa en los tres últimos años. Fuente: Reuters

A nivel fiscal, el gobierno ha recurrido al Fondo Nacional de Riqueza para cubrir déficits, pero su sostenibilidad es limitada. Expertos del Carnegie Russia Eurasia Center han advertido que la economía rusa está transitando hacia una forma de “autarquía controlada”, con menor apertura y creciente intervención estatal.