Canadá, ¿es el próximo gran referente en materias primas?

La decisión del gobierno chino de limitar la exportación de seis elementos de tierras raras refinados dentro del país —así como de ciertos imanes especializados que son esenciales para sectores como la automoción, la robótica y la defensa— ha provocado un reordenamiento urgente de las cadenas de suministro globales. 

Instalar nuevas minas en Canadá, una apuesta estratégica

La capacidad de Canadá para atraer inversión y acelerar proyectos mineros se apoya en una base sólida: más del 50 % de las empresas mineras que cotizan en bolsa tienen sede en este país. Con cerca de 200 minas activas y recursos naturales que incluyen níquel, cobalto, cobre, litio, tierras raras y grafito, su potencial económico se extiende mucho más allá del sector energético tradicional.

China sigue liderando la producción mundial de tierras raras, pero Canadá posee algunas de las reservas más grandes del planeta, según datos del propio gobierno canadiense. 

Esto convierte al país en una alternativa real y viable para abastecer de minerales estratégicos a mercados como el europeo, donde la dependencia de proveedores como Estados Unidos o China se ha vuelto una fuente de vulnerabilidad.

Sin embargo, como destacan analistas del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), aunque Canadá ya produce comercialmente ciertos recursos como carbón de coque y níquel, su prioridad es cubrir primero la demanda interna. Por tanto, la exportación a gran escala hacia Europa no se materializará a corto plazo.

Las oportunidades no eliminan los desafíos

Pese a las buenas condiciones geológicas y políticas, el desarrollo de nuevas minas requiere tiempo. En promedio, se necesitan más de 15 años para pasar de la planificación a la extracción. Aun así, el entorno canadiense puede acelerar estos plazos. Algunas provincias ya han anunciado políticas para agilizar procesos, impulsadas por las tensiones comerciales entre China y Occidente.

Para incentivar la inversión, el gobierno canadiense ha lanzado planes de apoyo fiscal y ha endurecido las condiciones para la entrada de capital extranjero en proyectos estratégicos. Desde finales de 2022, ciertas operaciones mineras han sido sometidas a revisiones de seguridad nacional, lo que derivó en la salida de varias empresas chinas del sector.

Esta política busca preservar la soberanía sobre recursos clave, pero también expone una realidad: el país necesita inversión privada para hacer realidad su ambición como potencia exportadora. 

La minería sigue siendo una actividad con elevados niveles de riesgo y requerimientos financieros considerables, en un contexto económico global marcado por la incertidumbre.

Aumenta la influencia china en territorio canadiense

Durante las dos últimas décadas, el avance de empresas chinas en el ecosistema minero canadiense ha sido notorio. Shenghe, compañía estatal china, se ha hecho con participaciones en la única mina de tierras raras del país, mientras que Sinomine controla una mina de litio en Manitoba y otra de cesio, la única en América del Norte y Europa.

El problema no es solo la extracción, sino también el procesamiento. China ha consolidado su dominio global en este terreno, ofreciendo precios tan bajos —gracias al apoyo estatal y a condiciones medioambientales más laxas— que han expulsado a muchas empresas occidentales del mercado. 

El resultado es una estructura casi monopólica que permite a China controlar no solo la producción, sino también los precios globales de las materias primas críticas.

El reto de Canadá es diversificar sin romper con EEUU

Aunque Canadá ha intentado reducir su dependencia de Estados Unidos, la realidad es que ambos países mantienen una estrecha relación comercial. Gran parte de los minerales extraídos en territorio canadiense se procesan o se exportan a su vecino del sur.

No obstante, ante el endurecimiento de políticas arancelarias y la inestabilidad política en Washington, los productores canadienses comienzan a mirar hacia Europa. Esto podría traducirse en acuerdos estratégicos para abastecer a la Unión Europea con elementos considerados prioritarios como el cobalto, el molibdeno o el titanio, materias de las que actualmente depende en gran medida de EEUU.

Ante un escenario internacional cada vez más fragmentado, con tensiones geopolíticas que condicionan los flujos comerciales y decisiones regulatorias que afectan a industrias estratégicas, la posición de Canadá como proveedor confiable gana peso.

Aunque los beneficios no serán inmediatos, el país se perfila como un actor clave en la reconfiguración del mapa mundial de materias primas. Sus recursos, sumados a su estabilidad política, infraestructura y respeto medioambiental, lo convierten en uno de los socios más atractivos para diversificar cadenas de suministro y reducir riesgos.