José Luis Cava afirma que vivimos en “una auténtica fiebre del oro”. Señala que la onza de oro cotiza en torno a 3.900 dólares y que en septiembre subió un 12,3% frente al 3% del S&P 500, “a pesar de toda la inteligencia artificial”. Lo más llamativo, explica, es que en el vencimiento de futuros de septiembre en Chicago, quienes compraron “oro papel” reclamaron masivamente la entrega de físico: en torno a 2 millones de onzas. “Estamos ante una carrera por el oro”, impulsada sobre todo por bancos centrales, especialmente los asiáticos, explica, conscientes de los desequilibrios globales.
El experto se centra en un gráfico que relaciona la cotización del oro con la oferta monetaria. En él, la resistencia formada por los máximos de 1988 y 2011 no ha sido superada. Se pregunta qué sucedería si lo hace. “¿Hasta dónde podría subir la cotización del oro? ¿10.000, 20.000, 30.000?” Para Cava, el gráfico deja claro que la carrera por comprar oro está en marcha.

A continuación analiza a China. A pesar de registrar el mayor superávit comercial de su historia, no se observa un incremento paralelo en reservas ni en compras de bonos estadounidenses. El analista se pregunta “dónde están esos dólares” y responde que los grandes bancos estatales chinos los retienen e invierten en inmuebles, acciones, metales preciosos y materias primas en Estados Unidos, contribuyendo al alza del oro.
Sobre el cierre del gobierno estadounidense, lo califica de “intrascendente” para la especulación. No obstante, resalta que Trump “se ha puesto muy furioso” y ha amenazado con despidos definitivos de empleados públicos. Esto deterioraría el mercado laboral y favorecería que Powell recorte tipos, lo que sería alcista para la bolsa. Concluye que “la bolsa dentro de un mes esté más alta que los niveles actuales, a pesar del cierre del gobierno de Estados Unidos”.
Finalmente aborda un aspecto social. Critica que el sistema educativo engaña a los jóvenes haciéndoles creer que con estudios lograrán estabilidad económica, cuando en la práctica ni siquiera pueden acceder a una vivienda. Para Cava, descubren “el timo” demasiado tarde y que además “el sistema educativo no les enseña a especular” ni a defenderse de la degradación monetaria, que califica de “timo piramidal”.
Con una metáfora del Lazarillo de Tormes, sostiene que los jóvenes viven en “una inocencia infantil” y deben despertar: “tienen que aprender a especular”.