Si damos por bueno que el Siglo XX terminó el 31 de diciembre de 1999 (hay teorías para todo), en la última jornada de Bolsa, el Ibex cerró ese día en 11.641 puntos. Hoy, está por debajo de los 8.000, es decir, un tercio peor; más o menos. Un auténtico desastre, que ha destrozado los ahorros de muchas familias. Por desgracia, España no hace bueno el dicho que casi siempre se cumple: con la Bolsa se gana a largo plazo.

Que se lo digan a accionistas de Banco Popular, de Telefónica, de Santander, de BBVA… el mercado español está lleno de historias tristes. ¿Sabían que Telefónica llegó a valer cuatro veces más que ahora? O que el defenestrado Banco Popular era considerado el mejor y más rentable banco del mundo.

Sí, se llegó a alcanzar un máximo histórico en la etapa previa a Lehman Brothers, cuando el Ibex rozó los 17.000 puntos e incluso estaba por encima del Dow Jones americano. Eran tiempos en los que se pudo superar mejor que otros mercados el pinchazo puntocom, porque España fue durante los primeros años de siglo una economía en crecimiento, más basada en el ladrillo que en Internet y la tecnología.

Pero tras Lehman, nada pudo volver a ser lo mismo. España ha sido el único índice de Europa que no recuperó los máximos históricos desde entonces. De hecho, en 2012 tocó unos penosos 6.065 puntos, en plena crisis de deuda y ataques a España y por ende, al euro. Pero salió Mario Draghi a asegurar la supervivencia de la eurozona y el mercado español rebotó hasta casi doblar.

Fue un espejismo. La crisis covid y la llegada de nuevo del socialismo al poder no ha entusiasmado a los mercados. Puede parecer una frase politizada, pero lo cierto es que el PP entregó la prima de riesgo en 2004 a Zapatero a 0 puntos y la recogió con Rajoy en 2011 a casi 500. Y se la entregaron a Pedro Sánchez a 80, y ya está en 116. Sin duda, medidas como el impuestazo a bancas y eléctricas no es lo que mejor digiere el mercado.

Hay pocas historias buenas en esta Bolsa. Entre ellas, Iberdrola o Inditex quienes, curiosamente, están en el ojo del huracán. El primero, señalado por el mismísimo Pedro Sánchez como uno de los monstruos del mercado, que "si se enfadan con el Gobierno es señal de que lo estamos haciendo bien". Lo de Inditex y Amancio Ortega es, sencillamente, demencial. Caso el único empresario hecho a sí mismo, que ha levantado un imperio de la nada, sin necesidad de depender del estado, es puesto a caldo sistemáticamente desde los flancos de izquierdas, por sus donaciones a la sanidad pública.

Pensándolo bien, no es tan extraño que la Bolsa española sea una historia tan triste. Refleja la realidad política.