
Un pequeño grito desde la soledad y la incomprensión, del que se cansa de muchas cosas pero no encuentra a nadie que le apoye. Me canso de no saber ni qué he aceptado. Me parece inaceptables que me cambien las condiciones del contrato, con la letra pequeña de un PDF de 43 páginas que firmas con prisa porque te lo encaloman justo cuando tienes que hacer una gestión.
Sin opción de no aceptarla: o aceptar, o no puedes seguir y te llega en el momento menos apropiado para leer contratos (¿casualidad?).
Con ese mecanismo, la cuenta sin comisiones de hace unos años ahora te cobra "por mantenimiento" y por "transferencias básicas". Te lo explican con una fórmula amable: "hemos modificado las condiciones del servicio para mejorar la experiencia del cliente". En realidad, la experiencia del cliente es sentirse rehén.
Todas mis cuentas han sido contratadas como “cuenta sin comisiones”. En algunos casos, me he molestado en buscar cuándo cambiaron la política de cobros: en un pdf de 6 slides donde me reiteraban esa política y en el último, un asterisco me llevaba a un pie de página donde incluía una excepción, que afectaba a una cantidad enorme de clientes, entre ellos yo.
La posición del consumidor hoy es de una debilidad vergonzante. Bancos, eléctricas, telecos, seguros…: todos utilizan el mismo patrón. Ofertas de entrada brillantes, que premian al recién llegado y penalizan al fiel. En cuanto entras y estás fidelizado, empieza el desgaste: promociones caducadas, tarifas imposibles de entender, límites ocultos y, por supuesto, dificultad enorme de cancelación. Aun sigo intentando no renovar la suscripción a uno de los principales medios, de 99 euros al año: Imposible. En internet no se puede, y por teléfono…
Cada llamada a un call center es una prueba de paciencia. Una grabación inicial de minuto y medio, que no sirve para nada. Menús laberínticos. Derivaciones. Esperas. Cortes. De fondo, una musiquilla robótica diseñada para desquiciarte. Lo que antes resolvías en una oficina, con una persona, ahora lo gestionas con máquinas, con suerte, o con bots de respuesta limitada. El algoritmo de tu fidelidad es la resignación.
La digitalización, que iba a ser la panacea, se ha convertido en un generador de bucles. En un auténtico test para la paciencia.
En la Administración es de traca: intentas pedir una cita, presentar un escrito, descargar un certificado… y terminas en una cadena absurda de pasos ininteligibles. Con la Agencia Tributaria o la Seguridad Social, el surrealismo es total: recibes un SMS un viernes por la tarde que dice "Tienes una notificación pendiente" y no puedes verla hasta el lunes.
Al final, es una tontería. Pero la ansiedad ya te la han sembrado.
Los bucles son geniales. Quieres sacarte el certificado y entras en una página para obtenerlo, para la que es preciso… el certificado. Quieres actualizar en el banco tu teléfono móvil y te envían un sms… al móvil antiguo.
El colmo es la gestión de la privacidad. Aceptas cookies sin saber muy bien qué haces, mientras te asaltan disclaimers cada vez que entras en una web. No sabes qué datos estás cediendo, pero sufres pánico al mandar un correo a varios contactos: “como te pillen, pueden ponerte una multa de 200.000 euros”.
Mientras tanto, las llamadas de spam y phishing no cesan. Máquinas que te piden tus datos sin verificar quién te llama.
Como tengas más de 40 años, la publicidad de targeting te sugiera implantes de pelo, disfunción eréctil o citas con divorciadas en tu zona.
A quien se lo comentas, en lugar de empatizar contigo, sólo te dice “jiji, ¿pero en qué páginas entras?”, en un claro ejemplo de banalidad evasiva.
Por cierto, creo que soy el único ciudadano del mundo al que también le aterra ver todos los días en prensa datos fiscales y de ingresos de todo el mundo. Pensaba que eso lo tendrían sólo los jueces imparciales.
El sistema protege todo menos a ti. La paradoja es total: nunca ha habido tanta regulación, tanto RGPD, tanto protocolo de consentimiento... y, sin embargo, el usuario nunca se ha sentido tan solo. El cliente siempre tiene la razón… siempre que le dé al botón de “aceptar”.

