Al igual que el perro que intenta insistentemente hacer pasar un palo demasiado largo por una puerta, el gobierno de May no convence a la UE de que se mantiene una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda y que el brexit todavía puede tener lugar según lo previsto. Por su parte, la Cámara de los Lores ha aprobado y remitido la ley de salida de la UE a la Cámara de los Comunes con la enmienda de que Gran Bretaña debe permanecer en la unión aduanera.

Sin embargo, el gobierno de May ha descartado permanecer en ningún tipo de unión aduanera con la UE. En su discurso en Lancaster House en enero de 2017, dejó claro que Gran Bretaña quiere abandonar completamente la UE y, finalmente, obtener la libertad de establecer sus propias normas y concluir sus propios acuerdos comerciales. Los ingleses dicen «You can’t have your cake and eat it too», dicho cuyo equivalente en español vendría a ser algo así como no se puede nadar y guardar la ropa. A estas alturas, parece que la Cámara de los Lores británica ya se ha dado cuenta. Ahora falta que lo haga la Cámara de los Comunes, pero eso requerirá sin duda un nuevo gobierno.

Tras la dimisión del ministro del Interior, Amber Rudd, a finales de abril, el gobierno de May se mantiene cada vez más al margen. Las próximas elecciones municipales del 3 de mayo podrían dar paso al final de la era May. Las nuevas votaciones en el Parlamento durante el mes de mayo, durante las cuales también debe debatirse y votarse la enmienda de la Cámara de los Lores, deben ser objeto de un estrecho seguimiento. Un movimiento ciudadano ha convocado una importante manifestación contra el brexit y para pedir una nueva convocatoria del referéndum el 23 de junio, segundo aniversario del referéndum.

Por último, en la reunión del Consejo Europeo de los días 28 y 29 de junio se espera que Gran Bretaña presente propuestas de soluciones aceptables y viables sobre la cuestión de la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Si el gobierno de May no logra presentar tales propuestas, existe el riesgo de que el periodo de transición acordado hasta finales de 2020 quede sin efecto, por lo que es más probable que el 29 de marzo de 2019 se aplique un periodo de transición más breve. Hasta la fecha, la UE ha rechazado reiteradamente el intento de Theresa May de conceder a los proveedores de servicios financieros con sede en la City de Londres un acceso sin restricciones al mercado interior de la UE de acuerdo con el llamado principio de equivalencia. La posición de la UE al respecto es muy clara. Si desea dicho acceso, también debe someterse a las normas de la UE y reconocer la autoridad de sus instituciones. Y no son normas idénticas o similares.

Pensamos que las restricciones lograrán convertir algún día incluso a los más euroescépticos y, por lo menos, permitirán una normativa que corresponda a un brexit bastante flexible: una unión aduanera lo más amplia posible y una libertad de circulación plena para los ciudadanos de la UE. En este caso, por supuesto, hay que preguntarse por qué es necesaria la salida. Al fin y al cabo, el resultado del referéndum parece haber sido tan sólo un descuido. Se ha lanzado una importante campaña de desinformación, utilizando afirmaciones engañosas como «We send the EU £350 million a week, let’s fund our NHS instead. Vote leave. Let’s take back control».¹ Impera el buen ambiente. El movimiento civil actual trabaja con medidas similares y afirma que el brexit costaría ¡2.000 millones de libras a la semana!² Esta afirmación tampoco es del todo cierta, ya que el PIB estimado por el gobierno en 2030, que está un 30 % por debajo del PIB estimado sin brexit, se interpreta simplemente como flujo de caja por semana. Sorprendente, pero por desgracia erróneo.

De hecho, no es necesario utilizar ningún truco de magia para demostrar la locura económica del brexit. Desde el referéndum, la tasa de crecimiento de la economía británica ha ido a la zaga de la de Alemania y Francia. También es comprensible que las inversiones se realicen con cautela mientras exista una gran incertidumbre sobre el futuro de Gran Bretaña. Si bien el crecimiento en el Reino es lento, las tasas de inflación han adquirido su propio impulso y se sitúan en niveles que harían que los bancos centrales europeos empezaran a preocuparse. Por supuesto, el Banco de Inglaterra se enfrenta una vez más a un dilema típico de la política monetaria británica: la estanflación, como en los años setenta.

La razón del repunte de la inflación parece ser la debilidad de la libra esterlina, que cayó significativamente frente al euro y al dólar tras el referéndum perdido en 2016. Al invertirse parcialmente el deterioro del valor de la moneda, las tasas de inflación han vuelto a bajar. Sin embargo, esta situación puede ser temporal.

¹ «Aportamos 350 millones de libras a la semana a la UE. Destinemos esos recursos a financiar nuestro Sistema Nacional de Salud (NHS). Vote por la salida. Recuperemos el control». Publicidad en los autobuses de los partidarios del brexit duro o brexiteers.

² Publicidad en los autobuses de los actuales oponentes al brexit: «Brexit to cost £2,000 Millionen a week, says Government’s own report. Is it worth it?» – «El brexit costará 2.000 millones de libras a la semana, según un informe del gobierno. ¿Vale la pena?».