Pese a la volatilidad provocada por estas violentas fluctuaciones, y si nos centramos en los siete últimos meses, remontándonos así al pasado mes de octubre, constatamos que el índice S&P 500 experimenta un descenso del 4%. Y si fijamos la mirada en una fecha anterior, en concreto, febrero de 2018, observamos que el S&P 500 exhibe una revalorización del 0,5%. Recurriendo a las palabras de Shakespeare, se trata de una evolución «llena de ruido y furia, que nada significa».

No obstante, en la segunda semana de mayo, la tranquilidad de los mercados se vio perturbada por un repunte de la volatilidad, propulsado por las renovadas tensiones en torno a la guerra comercial. Sin embargo, incluso en el peor de los casos, si los aranceles del 25% afectaran a todas las importaciones chinas hacia Estados Unidos (525.000 millones de dólares), el importe total afectado ascendería a 131.000 millones de dólares. Estas cifras pueden antojarse mastodónticas, aunque en realidad solo representan el 0,6% de los 20 billones de la economía estadounidense.

Tal y como señaló el presidente Trump, añadir 131.000 millones de dólares al Tesoro estadounidense podría servir de ayuda, en un contexto de déficit presupuestario de 1 billón de dólares. Cabe recordar que la cifra de 131.000 millones de dólares también es el volumen de efectivo que presenta Microsoft en su balance... Volviendo a parafrasear a Shakespeare, aunque generan demasiado ruido y furia, los aranceles resultan insignificantes. Mientras que el crecimiento del Viejo Continente se desacelera y la economía china acusa una ralentización sin precedentes, la economía de Estados Unidos se acerca a una situación de pleno empleo, con un crecimiento de los salarios que va en aumento. En este contexto económico, el 76% de las empresas incluidas en el índice S&P 500 que han publicado sus resultados del primer trimestre han superado las expectativas del consenso, un dato que supera la media del 68% registrada desde 2004. Además, los resultados batieron las previsiones en un 6,2%, lo que supone una rentabilidad un 3% superior a la del trimestre precedente y la mediana histórica del +4,4%. En cuanto al volumen de negocio, el 55% de las empresas han deparado sorpresas positivas.

Otras dos tendencias históricas refuerzan nuestra convicción en el potencial del mercado estadounidense. La primera estriba en el impacto de las elecciones de mitad de mandato. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hemos asistido a 18 comicios de mitad de mandato, incluido el celebrado en 2018. Tras los resultados de las 17 elecciones de medio mandato precedentes, el índice S&P 500 registró de media una rentabilidad del 17,5% entre el 31 de octubre del año electoral y el 31 de octubre del año siguiente. Si el mercado revive esta rentabilidad media, el S&P 500 debería revalorizarse un 14% con respecto a su nivel de finales de febrero. Si nos remontamos a 1928, observamos claramente un ciclo presidencial en el mercado de renta variable: durante el tercer año de un mandato presidencial, los mercados tienden a cosechar rentabilidades significativamente positivas (del 12,8% de media). En los demás años, la rentabilidad media se eleva al 5,7%. Las tendencias de compra de los inversores avezados constituyen otra señal favorable para las acciones estadounidenses. En diciembre de 2018, por primera vez desde agosto de 2011, los compradores superaron a los vendedores. Pese a los numerosos motivos que justificarían una corriente vendedora, estos inversores apuestan por la compra por una sencilla razón: la débil valoración de los títulos. El mes de agosto de 2011 resultó propicio para la compra de acciones. Un año más tarde, dichos títulos se anotaron un avance del 16%. He aquí una prueba de una cierta clarividencia...

REntabilidad media

Por último, apreciamos otra tendencia que augura robustas rentabilidades en los años venideros. Según Nicholas Colas de DataTrek, la tasa compuesta media de crecimiento en los 20 últimos años del siglo pasado asciende al 11%. No obstante, la tasa media de los 20 últimos años se reduce a la mitad (5,6%) como consecuencia de la crisis de las puntocoms y la crisis financiera mundial. Si bien los periodos caracterizados por elevadas rentabilidades suelen dar paso a periodos de rentabilidades inferiores a la media, los episodios de deslucidos resultados presagian, por regla general, fases de rentabilidades superiores a la media a largo plazo, y esta es precisamente la situación actual de los mercados estadounidenses de renta variable. El mercado bursátil del país norteamericano se beneficia de tendencias positivas, y el sector tecnológico, en concreto, se desmarca del pelotón. En este sector, cabe destacar el segmento de la computación en la nube, que presenta una tasa de crecimiento siete veces más rauda que la del sector de las tecnologías de la información.

En la cartera de Echiquier World Equity Growth, las cuatro posiciones principales (Amazon, Microsoft, Salesforce y Adobe), cuyas ponderaciones rebasan el 8%, representan los gigantes de la computación en la nube que deberían controlar las plataformas informáticas en el futuro. Con un tamaño de más de 145.000 millones de dólares, el mercado de la computación en la nube debería seguir exhibiendo una tasa de crecimiento del 14%. Además, teniendo en cuenta un reciente estudio de SAP, que llegó a la conclusión de que solo un 3% de las empresas han completado sus proyectos de transformación digital, estos gigantes de la computación en la nube presentan un enorme potencial de inversión a largo plazo.

Previsiones de ingresos de los servicios en la nube («cloud») a escala mundial (en miles de millones de dólares)

 

David Ross Echiquier World Equity Growth Fund Manager, La Financière de l´Echiquier