Millones de inversores se apoyaban en la evaluación independiente y objetiva que supuestamente proporcionaban las agencias de rating, mientras que éstas se veían recompensadas no por sus honestas recomendaciones y altos estándares, sino precisamente por lo contrario. No es tan sorprendente, si consideramos que los ingresos de las agencias dependían directamente de los emisores de títulos que ellas califican, circunstancia que hizo que, entre 2002 y 2007, las tres agencias de calificación doblaran sus ingresos.

Lo que trasciende de esta crisis es una profunda laxitud en las normas de conducta humana. No se espera que toda la humanidad sea honesta, sabemos que no es posible. Pero, precisamente por esa razón, creamos organismos e instituciones a las que encargamos la misión de velar por esa honestidad, piedra angular de la confianza necesaria para que las relaciones comerciales funcionen.

Hay que decir que esa laxitud no se manifestó sólo en las agencia de rating. Aunque ellas hayan jugado un papel clave, emisores, reguladores e incluso los mismos inversores y suscriptores de hipotecas y créditos parecieron haber olvidado que “Nada es gratis en la vida”. No podía esperarse que los impagados lanzados al éter fueran a disiparse sólo porque se dividían en diminutas porciones que, a lo largo del tiempo, acabaron formando una gran bola. Esta gran bola de subprime ha rodado por todo el mundo, acabando por afectar a todo el globo, sin difrenciar economías desarrolladas y emergentes, y creando una ola de pánico que ha hecho que los inversores huyan del riesgo como del fuego. Las prioridades cambian en esta situación y, allí donde antes un inversor individual demandaba rentabilidad, ahora demanda prioritariamente seguridad. No está ya tan interesado en obtener un beneficio de su inversión, como lo está en tener una garantía de que esa inversión no se va a disipar.

¿Estamos viviendo el fin del liberalismo económico para dar paso a un intervencionismo estatal del que se renegaba a gran escala hasta hace muy poco?.

Tras la huida de inversión de la Renta Variable , la segunda trinchera a la que los inversores en fondos retrocedieron fue a la que tradicionalmente había servido de refugio: los Monetarios. Hasta que llegó el 15 de Septiembre y la caída de Lehman y los Monetarios invertidos en deuda corporativa demostraron poseer un alto índice de incertidumbre y de exposición a caídas bruscas de valor.

Pero siempre nos queda el Estado. El Estado que se ha hecho cargo de los posibles fallidos en las entidades financieras para que la gigantesca bola deje de rodar y de causar desconfianza y pánico en su camino.

Las nuevas emisiones de fondos han procurado llevar esta etiqueta (o la de garantizados) en lugar prominente para atraer a esos inversores escaldados por el incendio. De los trece fondos lanzados durante el último mes, seis quedan dentro de la categoría de Garantizados, dos en la Global y los otros cinco se distribuyen entre Monetarios y Renta Fija, según VDOS.

Los tres nuevos productos de la categoría de Monetarios son el CAM FONDO DEUDA PUBLICA, FONDO VALENCIA LIQUIDEZ DEUDA PUBLICA y DWS DINERO GOBIERNOS AAA. 

Si el CAM FONDO DEUDA PUBLICA y FONDO VALENCIA LIQUIDEZ DEUDA PUBLICA tienen como referencia el índice Spanish Government Bill Index, compuesto por Letras del Tesoro españolas, el DWS DINERO GOBIERNOS AAA toma el Merril Lynch Euro Goverment Bill Index, compuesto por Letras del Tesoro de la zona Euro. Invertido inicialmente en emisiones del tesoro de Alemania y España con rating AAA, la inversión de este último giraría a otros países de la zona Euro con deuda del máximo nivel de calidad, en el caso de que España o Alemania perdieran la calificación triple A.

En Renta Fija, de acuerdo con VDOS, los dos nuevos fondos lanzados durante octubre son el BBVA BONOS CORTO PLAZO GOBIERNOS y el UBS EUROGOBIERNOS CORTO PLAZO. Mientras que el fondo de BBVA está dirigido a inversores institucionales (300.000 Euros de aportación mínima) UBS deja su nuevo fondo abierto a cualquier tipo de inversor al no poner limites a la inversión a mantener ni al horizonte temporal de la misma, que recomienda sea de al menos un mes.

Se puede decir más alto, pero no más claro.

¿Estamos presenciando el fin del libre mercado tal como lo hemos conocido? ¿Vamos hacia una nueva era de intervencionismo y extrema regulación?

Esperemos que no sea necesario llegar a grandes extremos. Aún cuando durante un tiempo las sensibilidades continuarán a flor de piel, las aguas se calmarán y la confianza retornará lentamente a los mercados. Pero será un proceso lento. La confianza es frágil como una tela de araña, se rompe con facilidad y para reconstruirla se necesita de un esfuerzo constante y continuado.


Paula Mercado
Directora de Análisis de VDOS Stochastics