José Luis Cava se plantea por qué los activos de riesgo suben “con independencia de las expectativas acerca de los tipos de interés, de los riesgos inflacionistas, de los riesgos geopolíticos y de la incertidumbre global”. Afirma que los enfoques tradicionales de política monetaria y fiscal “se han quedado obsoletos”.

Desde 2008, la deuda pública de los gobiernos occidentales ha crecido más rápido que el PIB, generando un problema de “refinanciación de una cantidad monstruosa de deuda pública”. En Estados Unidos, en 2026 deben renovarse 6,2 billones de letras del Tesoro. Antes, con vencimientos medios de 180 días, esto suponía mover 12,4 billones en el sistema, pero ahora, con un vencimiento medio de 140 días, se requieren 2,6 renovaciones, elevando la liquidez movilizada a 16 billones, es decir, 3,5 billones más.

Para dimensionarlo, recuerda que el QE inyectó 1,75 billones en dos años, mientras que ahora “se va a tener que inyectar 3,5 billones en un solo año”. Por eso afirma: “con tanta liquidez yo no puedo ser bajista”.

Ese dinero, al vencer las letras, llega a fondos, bancos y empresas, y se destina a recompras de acciones, inversión y crédito, aumentando la M2. A ello se suma la reducción en noviembre del coeficiente suplementario de recursos propios a la banca estadounidense, que libera 250.000–300.000 millones de base adicional y podría permitir entre tres y cinco billones más de crédito o compras de deuda.

En China, ante el debilitamiento económico, espera inyecciones de liquidez y un “repunte de liquidez” en 2026. Por todo ello, se muestra alcista para ese año, aunque admite episodios de volatilidad por miedos inflacionistas o incertidumbre.

En cuanto a Bitcoin, señala que sigue lateral, y observa ventas de calls en 90.000. En el S&P 500, destaca que el 31 de diciembre desaparece un “tapón” en 7.000 por la expiración de un collar de JP Morgan, que podría actuar como “resistencia y como un imán” para el precio.