La seguridad social ha destinado hasta noviembre hasta 9.735,5 millones al pago de las pensiones contributivas. Un 4,8% más que en el mismo mes de 2018 y marcando un nuevo record. ¿Está la sostenibilidad de las pensiones asegurada a largo plazo?¿Cuáles son los principales retos?

Cuando hablamos de sostenibilidad del sistema público de pensiones habría que pensar, no tanto en si recibiremos o no una pensión – que la vamos a recibir – sino que tendríamos que estar preocupados por la cuantía de esa pensión. En ING hemos lanzado una encuesta en la que el 80% de los encuestados declaran que la pensión pública no será suficiente para cubrir sus necesidades y mantener su nivel de vida cuando llegue a la jubilación. Este porcentaje sube al 86% cuando hablamos de los millenials, que es la generación que se verá más impactada. Esto cuando pensamos que en 2050 por  cada persona en activo habrá 2 jubilados sugiere que es inviable mantener el actual nivel de vida. Esto hace necesario una reforma estructural para que podamos prepararnos para ese instante.

Poco a poco nos vamos concienciando de la necesidad de ahorro adicional para complementar las pensiones futuras. Una de estas alternativas son los planes de pensiones ¿En qué situación se encuentran en España?

Es curioso porque aunque el 80% cree que la pensión no será suficiente para mantener el  nivel de vida en la jubilación,  el 70% declara tener ahorros e incluso el 50% cree que podría ahorrar más, cabría esperar un repunte de este mercado. Pero lo vemos es que los planes de pensiones en los últimos 10 años pierden partícipes. Esto nos preocupa. De hecho, tan sólo el 34% de los ciudadanos declara hacer algo para prepararse para la jubilación y tan sólo el 18% lo hace a través de un producto financiero, cuentas y depósitos que en el entorno actual de tipos negativos pierden, aunque solo sea por el efecto de la inflación.

Tenemos el contexto necesario para que los ciudadanos piensen que es el momento de preparase pero no lo hacemos. ¿Por qué? El 67% se siente demasiado joven. Ese es el primer error.  Nunca se es demasiado joven. De hecho, el mejor momento podría ser la incorporación al mercado laboral con aportaciones periódicas. Un ejemplo: alguien que empezara a los 36 años aportando 150 euros mensuales, llegaría a tener 80.000 euros en el momento de la jubilación. Si esta misma persona empezara a los 46 tan sólo tendría 40.000 euros por el efecto del interés compuesto.

Adicionalmente a finales de año se incrementa la demanda de este tipo de productos financieros. ¿Qué crees que es lo más importante a la hora de elegir un plan de pensiones?

Una primera cosa es vital: las comisiones. Todos los productos financieros tienen comisiones pero los planes de pensiones son a tan largo plazo que el efecto de las comisiones puede ser enorme. Siguiendo con el ejemplo: si un ciudadano a los 36 años aporta 150 euros mensualmente a su plan cuando se jubile tendrá capital de 160.000 euros de esos 10.000 se corresponderían al ahorro de las comisiones. El segundo punto es la diversificación, necesita una riqueza enorme de los subyacentes en los que invierte para maximizar la inversión y protegerse de los vaivenes del mercado.

Y una tercera parte es que el plan se adapte al ciclo vital del cliente. Cuando queda mucho tiempo para jubilarnos lo ideal es tener más exposición a renta variable, porque es lo que da potencia a la inversión, a medida que se acerca la edad de jubilación deberíamos dar más peso a la renta fija, para proteger ese capital.

Cuando se habla de planes de pensiones se habla de comisiones, por un lado, y de fiscalidad por el otro. ¿Son las principales ventajas y desventajas de estos productos?

Sí. Ambos factores pueden ser una ventaja o una desventaja. Si alguien decide contratar un plan de pensiones lo primero que tiene que mirar es que la comisión sea competitiva. Y luego la fiscalidad, es uno de los productos con una ventaja fiscal más atractiva porque todas las aportaciones al plan de pensiones se pueden restar de la base imponible bajando incluso el tipo impositiva. Son dos cuestiones críticas con las que se enfrenta un ciudadano cuando elige un plan.

El BCE alertaba de los riesgos que podría tener para los planes de pensiones el elevado nivel de deuda en cartera con tipos negativos. ¿Cree que esto ha revertido en un mayor interés hacia planes con un riesgo mayor?

 En este contexto cuentas y depósitos han dejado de ser negativos porque solo con el efecto inflación se pierde dinero. Esto ha hecho que muchos ciudadanos miren hacia otro tipo de productos como pueden ser los fondos de inversión. Pero en planes de pensiones no estamos en la misma situación: la primera  gran decisión es contratar un plan de pensiones, una vez se toma esta decisión hay tendencia muy grande a proteger el capital y ser conservador. Justo hay que hacer lo contrario para darle la potencia de revalorización. Creo que ahí nos hace falta información y formación a los ciudadanos para entender que la renta variable no es un enemigo sino un amigo de la rentabilidad.