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La política monetaria se enfoca en Europa en el riesgo de inflación, tanto a la baja como al alza. Mientras que la política macroprudencial tiene como objetivo combatir el riesgo de inestabilidad financiera. Y en el caso de las entidades financieras individuales, las medidas microprudenciales combinan el protagonismo del ECB con los bancos centrales nacionales. En principio, la combinación de ambas políticas son imprescindibles para conseguir el doble objetivo de inflación con estabilidad financiera.

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La conclusión anterior está implícita en la relativa calma con que bancos como la Fed y el BOE aplazan el inicio de la normalización monetaria pese a la marcada recuperación económica y debate sobre los posibles excesos en los mercados. De hecho, parte de las medidas macroprudenciales está implícito en la exigencia del G20 para más regulación sobre los bancos sistémicos. Pero, ¿qué ocurre con la banca en la sombra? Algo que ni es banca y es claramente transparente. Aquí la capacidad de supervisión es ciertamente limitada. Y la regulación aún pobre.



La Fed es la primera que, sin cuestionar la división de políticas, ha admitido los riesgos que asume una política monetaria extremadamente extrema como la actual. Pero, pese a ello, por el momento no ha marcado los tiempos para el inicio de su normalización en términos de los tipos de interés oficiales. No es nada fácil hacerlo cuando estas decisiones de política monetaria, buscando preservar los objetivos a medio y largo plazo de estabilidad financiera, pueden comprometerlos a corto plazo.

José Luis Martínez Campuzano

Estratega de Citi en España