Según el tipo de lesión que se vaya a tratar, se puede inyectar diferentes sustancias con un analgésico local, como antiinflamatorios con corticoides o con ácido hialurónico hasta colágeno. En casos de lesiones leves en articulaciones, como las del cartílago de la rodilla (condropatías leves), tendinitis o inflamación de la bolsa protectora de los huesos, los tendones y los músculos (bursitis), se suelen inyectar sustancias vasoconstrictoras o vasodilatadoras.

Para reducir la inflamación se utiliza la cortisona “pese a la mala fama que tiene, cuando se inyecta en la articulación directamente, pasa muy poco fármaco a la sangre y no afecta al resto del organismo, pero no se deben realizar más de tres infiltraciones al año en la misma zona con corticoides” explica el doctor Ignacio Ginebreda Martí, director del Departamento de Traumatología y Cirugía Ortopédica (Icatme) del Hospital Universitari Dexeus.  Las inyecciones de cortisona ayudan a aliviar el dolor y la inflamación de la zona dañada. Se suelen aplicar en articulaciones como el tobillo, el codo, la rodilla, el hombro, la columna vertebral o la muñeca. Las articulaciones pequeñas de las manos y los pies también mejoran con este tipo de sustancia cuando están lesionadas.

El ácido hialurónico es un polisacárido que está en las articulaciones de los seres humanos, en la piel y los cartílagos y mejora notablemente la hidratación de los tejidos además de estimula el crecimiento celular, y, al ser una sustancia viscosa, actúa en las articulaciones dañadas como lubricante del cartílago y el tendón. Por eso, las infiltraciones con ácido hialurónico juegan un papel muy importante a la hora de reparar lesiones de cartílago de rodilla y condromalacia, la degeneración de la superficie del cartílago de la rótula.

Actualmente, las técnicas mas innovadoras en infiltraciones son las que utilizan productos biológicos procedentes del plasma del propio paciente. El plasma rico en plaquetas (PRP) se obtiene con una muestra de sangre que una vez extraída, se centrifuga para separar los distintos componentes, glóbulos rojos, blancos, plaquetas y plasma. El plasma rico en plaquetas contiene sustancias llamadas factores de crecimiento que ayudan a reparar los tejidos dañados.  El plasma no provoca reacciones inmunes ni enfermedades infecciosas ya que se extrae de la propia sangre, es decir, es autólogo. “Este tipo de infiltración se utiliza sobre todo en lesiones musculares graves que presentan hematoma en el músculo. Con una sola sesión, los resultados duran varios meses, y como es una sustancia del propio paciente no tiene efectos secundarios” puntualiza el doctor Ginebreda.

Las células madre mesenquimales (CMM), las que se están en la médula ósea, se están utilizando para infiltraciones en artrosis avanzadas y procesos degenerativos ya que reparan y regeneran el hueso, el cartílago y la grasa de la médula ósea. El único inconveniente de esta técnica es que es un método caro e invasivo y que a veces, hay que combinarlo con cirugía.

Las infiltraciones no son la cura definitiva de una lesión. Siempre deben estar supervisadas por el especialista que será quien decida, según la causa y la gravedad de la lesión, cual es el tratamiento más conveniente. Lo habitual es someter al paciente a un ciclo de tres sesiones, con las que notará una mejoría notable. El médico debe comprobar antes de iniciar un ciclo de infiltraciones que el paciente no es alérgico a la sustancia que vaya a inyectarle y conocer si sufre enfermedades de corazón, o si es hipertenso pues los fármacos antiinflamatorios podrían no estar aconsejados y causar incomodos efectos secundarios en la piel.