Cuando hablamos de economía, España está de moda. Nuestro país lo ha vuelto a hacer, ha sido capaz de superar la peor crisis de su historia, y eso que cada vez cuenta con menos herramientas. Hasta nuestra entrada en la Unión Europea, cualquiera de las crisis por las que hemos atravesado –y han sido muchas y muy profundas-, se habían solventado a base de devaluaciones de nuestra moneda. Era así como ganábamos competitividad y con esa base nuestro sector exterior se ponía a trabajar como una locomotora que nos permitía salir adelante. De esta forma, nuestras empresas exportadoras conseguían aumentar su cuota de mercado y, por el otro, el factor que nunca falla, la industria turística lograba abaratar sus precios en otras divisas y atraer cada vez a más visitantes.

Pero nuestra entrada en el mercado común y la moneda única nos ha impedido poder tomar esas medidas en la última crisis. Que España vaya a crecer de nuevo a ritmos del 2,8% -según las últimas previsiones de la Unión Europa- y se haya puesto a la cabeza de los grandes países de la eurozona no ha sido posible esta vez gracias a la devaluación de la moneda. Ha sido gracias a la devaluación de los salarios de los trabajadores españoles y a algunas de las reformas llevadas a cabo por el gobierno.

En 2013, la tasa de paro tocó máximos históricos cercanos al 27%. Los motores de creación de puestos de trabajo se habían parado y eso provocó que casi una tercera parte de los españoles en edad y disposición de trabajar no pudieran hacerlo. Es lo que generan las burbujas, y en esta década perdida lo hemos aprendido bien.

Pero, ¿y si la recuperación económica actual viniera de la mano de una nueva burbuja?

En pleno boom inmobiliario, en 2007,  el peso del sector del ladrillo rozaba el 11% del PIB.  En el segundo trimestre de ese ejercicio la tasa de paro de nuestro país alcanzó mínimos del 7,93%. Un informe de BBVA de hace unos años apuntaba que más de los 6 millones de empleos creados entre 1996 y 2007, el 23%, se crearon en el sector de la construcción.

Un porcentaje muy parecido a ese es lo que representa el sector turístico para la economía de nuestro país en estos momentos, incluso superior. Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) reconoce a Estrategias de Inversión  la importancia de un sector que “nos equilibra muy bien la balanza comercial y nos aporta divisas”.

Según los últimos datos disponibles que prepara el Instituto Nacional de Estadística (INE), a finales de 2015, esta actividad generaba un 11,1% de toda la riqueza de nuestra economía.

 

PIB turístico

 

Bernal afirma que desde el punto de vista del empleo, el turismo está siendo crucial, un gran generador de nuevos puestos de trabajo, en un momento en el que el mercado laboral necesita activarse más que nunca. Eso sí, señala el profesor “se trata de un empleo temporal y de baja remuneración”.

Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), a finales del primer trimestre de este año en nuestro país había algo más de 2,33 millones de ocupados en la industria turística de forma directa. Este porcentaje representa algo menos de un 13% de todos los empleos en España.

 

Ocupados sector turístico

 

No sorprende si se tiene en cuenta que el año pasado, España recibió una cifra récord de turistas. En concreto, llegaron a nuestro país 75,3 millones de personas, y en el primer trimestre de este año, el número de visitantes foráneos había avanzado casi un 10% con respecto al mismo periodo del año anterior.

La situación es perfecta: el aumento de la incertidumbre política, de los atentados terroristas en países de nuestro entorno y la oferta mejorada de nuestro país, hacen que España sea cada vez más atractiva a los ojos de los extranjeros.

Algo que las propias compañías de nuestro país aprecian. Según una encuesta elaborada recientemente por la consultora Deloitte, el sector prevé para 2017 un aumento de los turistas  que permitirán un incremento en los precios. Casi siete de cada 10 directivos de la industria consideran que el crecimiento de su negocio será superior este año.

El experto señala que “nuestro sector es muy puntero y competitivo y lo está haciendo muy bien. Los precios están subiendo”, algo crucial y que supone un cambio de tendencia.

En bolsa

La representación de las compañías turísticas en bolsa no equivale a su importancia dentro de la economía de nuestro país.  La razón, quizá, es que gran parte de las empresas que se dedican a esta industria y que generan ese empleo son compañías de pequeño o mediano tamaño que no son las que están en bolsa.

En la actualidad solo encontramos cinco compañías relacionadas directamente con el turismo, la aerolínea IAG, el gestor de aeropuertos Aena, las hoteleras Melia y NH y tangencialmente la socimi Hispania, ya que gran parte de los inmuebles que tiene en su cartera están ligados al turismo.

Casi ninguna de ellas presenta un potencial positivo en bolsa en estos momentos, si se mira este recorrido como el diferencial entre la cotización actual y el precio objetivo medio. Estas subidas habrían agotado la posibilidad de nuevas alzas. Es más, Aena, el gestor de aeropuertos españoles se mueve en estos momentos casi un 20% por encima de lo que marca el precio objetivo del consenso. Quizá es la única de estas cinco empresas que no presenta una recomendación media de sobreponderar, sino de mantener.

¿Nubarrones en este cielo azul?

Pero, ¿es sostenible este nivel de crecimiento del turismo en nuestro país? Miguel Ángel Bernal señala que “este turismo está empezando a generar burbujas, desarreglos en otros sectores. Cuidado –advierte-que una burbuja aguanta mucho tiempo”.

El experto se refiere al tipo de turismo que abunda en nuestro país y que él denomina como Low Cost y habla de varios nombres que nos ayudan a entender de qué habla: Airb&b y Magaluz. Es turismo que casi no aporta riqueza a la economía. “La masificación es un tipo de turismo que nos está planteando problemas. Hay que cambiar a un turismo más cultural, más de empresa que nos deje más dinero”, apunta el profesor.

Por si fuera poco, las perspectivas favorables que espera el propio sector tienen algún que otro obstáculo en su camino. Por un lado, el brexit. Aunque desde que los británicos decidieron el pasado mes de junio salir de la Unión Europea no se ha resentido la llegada de estos ciudadanos a nuestro país, aunque es cierto que son el grupo más numeroso.

Sin embargo, si su divisa sigue debilitándose frente al euro, quizá podría reducirse su afluencia e irse a buscar destinos más baratos.

Además, señala Bernal, “este nivel de llegada de turistas ya no es sostenible. La demanda está superando mucho la oferta. Está competiendo con pisos, que ya no haya pisos disponibles en Madrid o en Baleares es motivado por el alojamiento turístico. De hecho, en Baleares tanto empleo en la industria ha provocado que la comunidad autónoma sea la que está sufriendo la mayor tasa de abandono escolar de nuestro país”.

Este aumento de demanda, además, ha provocado un incremento de los precios y eso podría hacer que, de continuar esta tendencia, los turistas comiencen a buscar otros destinos.

¿Qué podría ocurrir con un estallido de una posible burbuja turística?  Pues claramente, asegura Bernal, una caída de nuestro PIB, una reducción en la llegada de divisas y un nuevo repunte en la tasa de paro. La solución para este experto, es cambiar el modelo y la opción es potenciar el turismo cultural y de empresas porque el sol y playa, al parecer, ya tienen poco más que ofrecer.

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