Santander Wealth Management, que aglutina el negocio de banca privada y gestión de activos, estima que en 2020 se producirá una desaceleración económica pero sin visos de riesgo de recesión a corto plazo. “Nuestro escenario base para los próximos doce meses comprende un entorno de bajo crecimiento pero no recesivo, en el cual puede haber algunas oportunidades específicas”, señala Víctor Matarranz, director general de Santander Wealth Management & Insurance en la carta de presentación del Informe de Perspectivas de Mercados 2020, titulado Buscando rentabilidades sostenibles con tipos mínimos.
La previsión es un aumento del crecimiento global del 3%, siempre y cuando se despejen las incertidumbres geopolíticas. En EEUU se estima un incremento del PIB del 2%, del 1,1% en la zona euro y del 1,7% en España, mientras que la economía china se desacelerará hasta tasas inferiores al 6% y las latinoamericanas registrarán un PIB superior al 2%.
Cuatro factores marcarán el rumbo de los mercados en 2020: la credibilidad y capacidad de maniobra de los bancos centrales, la resolución de los conflictos geoestratégicos(la posible salida del Reino Unido de la Unión Europa y tensiones comerciales entre EEUU y China), la estabilidad política con especial atención a las próximas elecciones en EEUU y el crecimiento de los beneficios empresariales. En este último aspecto, se espera un aumento el próximo año del 4% como consecuencia de la compresión de los márgenes.
En este contexto, y con unos tipos de interés en mínimos, Santander Wealth Management considera que “el incentivo a buscar alternativas entre activos con cierto riesgo va a seguir estando presente, tal como hemos visto en los últimos trimestres”. Y apunta que existen oportunidades de inversión en bonos (renta fija emergente y curva USD), renta variable (Alemania, Reino Unido, sectores defensivos y domésticos en EE UU y emergentes como Brasil y la India) y algunos mercados alternativos (infraestructuras, deuda privada o private equity) como complemento a las inversiones tradicionales y siempre que se dé el perfil del inversor.
En renta fija, las bajas rentabilidades que ofrece la deuda tras el rally registrado este año aconsejan tomar posiciones con una diversificación muy elevada entre duración, crédito de emisor, sectores y geografías y divisas. El informe indica que, dentro de los bonos europeos, los corporativos ofrecen “algo más de valor al considerar que son razonables sus indicadores de apalancamiento” y en emergentes la inversión en renta fija “todavía ofrece valor” en un entorno de riesgo geopolítico controlado.
La renta variable, por su parte, continúa siendo el activo con mejor binomio rentabilidad/riesgo. “Existe todavía potencial de revalorización para las Bolsas en la medida en que se logre un acuerdo comercial de mínimos,se estabilice la desaceleración económica y de beneficios, los tipos de interéssigan estando bajos y haya un mínimo de visibilidad geopolítica”, añade. En el caso de la europea, además, se ha quedado rezagada y cotiza aún un 17% por debajo de los máximos alcanzados en el ciclo anterior, lo que podría permitir un mejor desempeño en el próximo año. “La posibilidad de arbitraje hacia la renta variable desde los mercados de deuda y el bajo posicionamiento en el activo representa un soporte para las Bolsas europeas”, señala el informe. Para ello, es primordial que los beneficios esperados para 2020 mantengan un crecimiento positivo, los márgenes empresariales se estabilicen y pueda compensarse vía ingresos la subida de los costes laborales.
Incorporar criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Buen Gobierno) en las carteras es otra de las premisas para el próximo año, ya que este tipo de inversiones tendrán previsiblemente ventajas competitivas a medio plazo. “Es invertir en el futuro, con la seguridad de que además invertimos en negocios con alta probabilidad de liderar la economía en los próximos años”, concluye el informe.
Otras tres recomendaciones son evitar posiciones excesivas en liquidez (el coste real y de oportunidad de este posicionamiento puede ser elevado, dado que el entorno de tipos bajos puede perdurar en el tiempo), no perseguir rentabilidades y mantenerse invertido en un nivel de riesgo adecuado e incrementar la diversificación de las carteras para reducir el riesgo.