Así lo dicta la Directiva de Servicios de Pagos 2 (DSP2), aprobada a finales de 2015 por las autoridades europeas y que los países miembros de la Unión Europea (UE) tendrán que transponer antes del 18 de enero de 2018. En España, la nueva ley de servicios de pago derogará la vigente desde 2009.
Cuando se haga, la banca perderá una de sus mayores ventajas competitivas: el monopolio de la información de las cuentas de sus clientes. Las entidades conocen cuándo cobran sus clientes, a cuánto asciende su nómina, cuándo pagan la hipoteca, dónde realizan su consumo. Y lo saben ellas y nadie más. Hasta que entre en vigor DSP2. A partir de ese momento, tendrán la obligatoriedad de dar acceso a terceros a esa información que hasta ahora manejaban y explotaban de manera exclusiva.

La nueva directiva de servicios de pagos obligará a abrir el negocio bancario a terceros, lo que supone perder contacto con los clientes y ofrecerlo a otros
"La nueva directiva de servicios de pagos obligará a abrir el negocio bancario a terceros, lo que supone perder contacto con los clientes y ofrecerlo a otros. Es la muerte del negocio bancario", avisó el consejero ejecutivo de BBVA, José Manuel González-Páramo, en la presentación del estudio de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) 'El cambio del modelo del negocio de la banca', en el que también participaron Fernando Fernández, Santiago Carbó y el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán.
PUERTAS ABIERTAS
DSP2 incluye ya en el marco jurídico europeo a dos tipos de proveedores de servicios de pago que venían actuando en el mercado, pero que habían quedado fuera de la anterior directiva. Se trata de los proveedores de servicios de iniciativa de pagos (PSIP), que la propia DSP2 define como un "servicio que permite iniciar una orden de pago, a petición del usuario del servicio de pago, respecto de una cuenta de pago abierta con otro proveedor de servicios de pago", y de los proveedores de servicios de información sobre cuentas (PSIC), recogido como un "servicio en línea cuya finalidad consiste en facilitar información agregada sobre una o varias cuentas de pago de las que es titular el usuario del servicio de pago bien en otro proveedor de servicios de pago, bien en varios proveedores de servicios de pago".
O dicho de otro modo, los primeros permiten hacer pagos por Internet, en tanto que los segundos son agregadores de información que ayudan en la gestión de las finanzas personales. Entre los primeros figuran nombres como Sofort o Trustly y entre los segundos, Fintonic.
La clave reside en que para poder llevar a cabo estos servicios necesitan el permiso de los usuarios para poder entrar en sus cuentas y, sobre todo, que los bancos abran las puertas a esos proveedores para que vean las cuentas de los clientes una vez obtenido ese permiso.
ADAPTARSE... O MORIR
El cambio adquiere la categoría de disruptivo. Y la banca lo sabe. Por eso, y precisamente por todos los años de delantera que lleva manejando y tratando esa información que ahora tendrá que compartir, ya está trabajando en sus propias iniciativas para adaptarse a la DSP2. La filosofía de este planteamiento es clara: cada banco puede ser a su vez 'un tercero'. Es decir, puede lanzar su propia plataforma de servicios de pago o su propio agregador para penetrar en las cuentas de otro competidor.
La clave, como siempre, radicará en la capacidad de adaptación de cada entidad. A la DSP2 y al conjunto de retos que la revolución digital plantea para el sector. "La revolución digital obligará la banca a adaptarse y no tendrá un periodo muy largo para hacerlo", previno González-Páramo. "Este escenario está cuajado de oportunidades, pero también de grandes riesgos, que fuerzan al sector a reinventarse por completo", añadió. Y fue más allá: "No van a sobrevivir muchos bancos a estos retos". Uno de ellos, la DSP2, ya les espera a la vuelta de la esquina.