Hoy martes se conmemora el Día Mundial del Parkinson para concienciar esta enfermedad neurológica progresiva y debilitante que afecta a más de 6 millones de personas en todo el mundo y a más de 150.000 personas en España.
Aparece como fruto de una compleja interacción de factores genéticos, metabólicos y ambientales, aunque la causa inicial es todavía desconocida.
“La enfermedad suele iniciarse en un área muy específica del cerebro, la sustancia negra del mesencéfalo. Es un área de pocos milímetros pero que tiene una función clave en la coordinación motora”, indica el doctor David Pérez Martínez, jefe de Servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz.
Según el neurólogo, un detalle clave es que las neuronas de dicha área tienen como neurotransmisor la dopamina. “Cuando una persona padece Parkinson, sus neuronas dopaminérgicas mueren y por tanto la producción de dopamina disminuye. El resultado final es que el cuerpo del enfermo no recibe los mensajes que necesita para moverse con normalidad”, señala el doctor.
Los síntomas más comunes de la enfermedad incluyen temblores, dificultad para mantener el equilibrio, alteración de la coordinación o problemas para ponerse de pie o andar. “Sin embargo, es importante conocer que la enfermedad no solo afecta al sistema motor, es frecuente que existan síntomas de alteración del sistema nervioso autónomo con trastornos digestivos, miccionales o tensión arterial variable”, advierte el doctor Pérez Martínez.
Los tratamientos farmacológicos pueden ser efectivos, “pero también existen opciones terapéuticas no farmacológicas, como el ejercicio físico, la fisioterapia, la terapia ocupacional y la terapia del habla y del lenguaje”, asevera el doctor David Pérez.
Como explica este especialista, en todo caso, la enfermedad puede evolucionar a lo largo de décadas por lo que es importante establecer una estrategia a largo plazo de acuerdo con el paciente. “Se trata de mantener una vida independiente con buena calidad de vida a medio y largo plazo empleando la medicación oportunamente”.
La detección precoz es fundamental para el tratamiento temprano de la enfermedad y, “aunque los síntomas pueden ser difíciles de identificar en las etapas iniciales, hay algunos signos que pueden indicar la enfermedad, como la pérdida de olfato, el trastorno del sueño y la depresión”, resalta el doctor.
Esencial también es la investigación para mejorar los tratamientos existentes de este trastorno neurodegenerativo y que el neurólogo del Hospital Universitario La Luz de Madrid destaca los estudios de la terapia celular para la implantación de células productoras de dopamina en el cerebro, la terapia genética, que puede ayudar a restaurar el desequilibrio de los neurotransmisores alterados en el Parkinson y el desarrollo de nuevos medicamentos que busca reducir los efectos secundarios y mejorar la eficacia de los actuales.
“En el servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz planteamos una visión integral de los problemas neurológicos complejos, motores y no motores, y así poder ofrecer una asistencia neurológica de calidad a los pacientes de Parkinson”, afirma el doctor David Pérez Martínez.