“Es por ello por lo que requiere de una intervención precoz, y aquí es recomendable que las personas que se sientan identificadas con este síndrome busquen ayuda especializada”, asegura Isabel Campos del Portillo, dietista-nutricionista del Hospital Quirónsalud Toledo, quien detalla que se trata de un tipo de trastorno alimentario.

Más concretamente, esta especialista sostiene que el síndrome de comedor nocturno se caracteriza fundamentalmente por:

Consumir el 30% de las calorías diarias, dos veces o más a la semana, después de la cena o en mitad de la noche, por lo que puede haber patrones alterados del sueño, tanto para conciliar como para mantener el sueño.

Anorexia o falta de apetito durante el día.

La hiperfagia nocturna (comer mucho y compulsivamente) produce una disminución del apetito por la mañana, por lo que muchas veces no se desayuna o se hace muy tarde.

Se suelen consumir galletas, bollería, pan, embutidos, dulces y otros alimentos nada saludables.
La conducta alimentaría del día siguiente se ve afectada, comiendo menos durante el día, lo que hace que aumenten las probabilidades de volver a realizar el mismo patrón por la noche.


POR QUÉ SE DESARROLLA

Campos del Portillo sostiene así que las razones de este síndrome no son sólo consecuencia de la desregulación de la alimentación durante el día, sino que detrás también hay un componente psicológico, relacionado con el estrés, con la ansiedad, con la impulsividad, y con otros aspectos pudiendo estar a veces vinculados a la imagen corporal, a la autoestima, y a la comida.

Se ha observado una mayor prevalencia del síndrome del comedor nocturno entre pacientes con obesidad, y se ha estudiado que suelen presentar niveles más bajos de la hormona que interviene en las señales de saciedad, la grelina, así como la presencia de resistencia a la insulina.


TRATAMIENTO

En el tratamiento a seguir en estos casos, la dietista-nutricionista mantiene que se requiere de la intervención de un equipo multidisciplinar, donde no solo se trabaja la parte de la alimentación con el dietista-nutricionista sino que psiquiatras, psicólogos, enfermeros, terapeutas ocupacionales trabajan para ayudar conjuntamente con el paciente, requiriendo a veces incluso medicación. 

A veces existen algunos parámetros analíticos como el colesterol, triglicéridos, o la glucosa se ven alterados en este tipo de pacientes por el tipo de alimentación que llevan y el patrón de comidas alterado, por eso también es importante el seguimiento de estos parámetros, así como otros factores (resistencia a la insulina, hipercolesterolemia, etc.) con endocrinos. 

Las personas que padecen este tipo de trastorno alimentario, deben confiar y acudir a profesionales formados y especializados en TCA para  “realizar un seguimiento individualizado, y realizar cambios en sus hábitos de manera progresiva que ayuden en el éxito de su recuperación”, concluye Isabel Campos del Portillo, dietista-nutricionista del Hospital Quirónsalud Toledo.