MADRID, 22 NOV. (Bolsamania.com/BMS) .- Esta semana el Ibex 35 se ha “peleado” con los 9.600 puntos, pero al cierre del viernes ha conseguido superarlos. El selectivo español se ha dejado apenas un 0,19% a lo largo de estas cinco sesiones, y ha cerrado la semana en los 9.677 puntos. El analista técnico de Bolsamanía, José María Rodríguez, dibuja por encima de esos 9.600 puntos los 9.850 y después los 10.000 puntos, como niveles que no se pueden descartar. Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets, destaca que hoy el Ibex 35 ha vuelto a ser el mejor selectivo europeo, “apoyado en el buen comportamiento de los bancos, fruto de las noticias que apuntan a una posible flexibilidad en la contabilización de los Activos Fiscales Diferidos (DTAs por sus siglas en inglés)”.

En el resto de Europa, los índices cierran la semana con saldos acumulados mixtos pero apenas reseñables, después de ver de nuevo máximos históricos en el caso del Dax, que es siempre el selectivo europeo que acompaña a Wall Street en sus récords. Pingarrón reconoce que las cotizaciones actuales, con Wall Street al filo de sus máximos históricos, no recogen, por sí solas, la amenaza a corto plazo de un tapering, que es y seguirá siendo el principal catalizador de las bolsas durante las próximas semanas. “Sin embargo, en un contexto algo mayor, el hecho de que durante las últimas jornadas se hayan producido un gran número de sesiones con cierres negativos, sí proyecta un claro escenario de dudas”, advierte.

Este estratega cree que “es imposible reconocer un patrón de actuación entre las declaraciones de los miembros de la Reserva Federal (Fed), más allá de la idea de que la reducción de estímulos no llevará asociado un cambio estructural en la política monetaria laxa”; y añade que “existe otra divergencia entre los mensajes orales de la Fed y sus mensajes escritos, recogidos en las actas de sus últimas reuniones, que ofrecen una versión menos agradable para las bolsas que los primeros”. Así concluye Pingarrón: “Los mercados matizan sus expectativas cada 24 horas (en ningún caso las cambian de forma sustancial), en función de la última interpretación en clave de tapering. Esta tendencia tiene visos de continuar a la espera de la reunión de la Fed de diciembre, tras la cual, en caso de que se mantenga el silencio sobre el tapering, podríamos desarrollar el último impulso alcista del año. Si el Ibex 35 se coloca por encima de los 10.000 puntos tras la reunión de la Fed, las posibilidades de cerrar el ejercicio claramente por encima de esta cota serían elevadas”.

De momento, con o sin tapering, la bolsa de Nueva York está tan imparable, que los comentarios sobre una burbuja se han convertido ya en una tradición. Esta semana, el carismático e influyente inversor Marc Faber se subía “a este carro”: “Veo una burbuja en todo lo relacionado con el sector financiero. Tenemos una burbuja en los bonos. Tenemos una burbuja en las acciones. Si analizas la industria bancaria como un porcentaje de la economía global, verás que es muy elevado. Tenemos una gran burbuja de deuda que se va haciendo más grande, no más pequeña. Todo lo que tenga que ver con este sector es una burbuja inflada por los bancos centrales”.

Convincente, como siempre, Faber se ha topado con opiniones contrarias. Es el caso, por ejemplo, del inversor David Tepper, del famoso hedge fund Appaloosa. Su argumento para justificar que las bolsas no está infladas se basa en la convicción de que las economías de Estados Unidos, Europa y China se mueven en una “senda firme” hacia la recuperación. “Sé que se habla de burbujas, pero no estamos en una de ellas”, ha declarado en una entrevista concedida a Bloomberg.

El excéntrico Jim Jubak ya decía en mayo que “si relativizamos y dejamos de lado el bombo publicitario, este sigue siendo un mercado relativamente moderado”, explicación a la que recurre también otro contrario a Faber, el trader Michael Sincere. En las páginas de Market Wacth arguye que, para crear una burbuja, es necesario un comportamiento irracional, “pero en este momento, falta la parte más importante: esa irracionalidad. Harían falta inversores intoxicados, un frenesí de compras, especulación constante y la mentalidad de hacerse rico rápido”. Sincere no ve nada esto y concluye: “Una burbuja sin irracionalidad es como un helado sin cereza”.

Con una súplica irónica, este trader escribe: “A mis colegas de los mercados financieros, por favor, dejad de escribir sobre burbujas. ¿Cómo podemos estar ante una burbuja si seguimos escribiendo sobre ella? La idea es que una burbuja es un secreto hasta que estalla. ¿Cree usted que las burbujas avisan? (…) En 1999, los inversores pensaron que las 'puntocom' subirían por siempre. Y en 2007, mucha gente no creía que se estaba gestando una burbuja inmobiliaria. En ese momento, parecía perfectamente natural que los precios de la vivienda se doblaran y triplicaran en un solo año”.

María Gómez